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Comité Pro UdeC
La primera reunión formal en pro de esta iniciativa se realizó el 23 de marzo de 1917, día en que se reunieron en la sala de la Alcaldía respetables vecinos de Concepción, con el objeto de lograr dos sentidas aspiraciones: la creación de una Universidad y de un Hospital Clínico para Concepción.
En la oportunidad y previo a un detenido cambio de ideas acerca de la necesidad de establecer un centro universitario que sirviera a toda la región sur del país, se acordó designar de entre los concurrentes, un Comité Ejecutivo encargado de iniciar los trabajos pro Universidad y Hospital Clínico, creyéndose conveniente unir las dos ideas, pues se pensaba que la primera no podría subsistir completa sin el segundo, por ser éste la base de la futura escuela de Medicina.
El Comité Ejecutivo quedó integrado por las siguientes personalidades del acontecer penquista: Enrique Molina, Edmundo Larenas, Romilio Burgos, Víctor Bunster, Esteban Iturra, Julio Parada Benavente, Dr. Virginio Gómez, Pbro. Guillermo Funemann, Pbro. Obligario Sáez, Aurelio Lamas, Abraham Valenzuela, Alberto Coddou, Dr. Pedro Villa Novoa, Dr. Samuel Valdivia, Arbarraín Concha, Samuel Guzmán García, Javier Castellón, Dr. Cristóbal Marffn, Vicente Acuña, Federico Espinoza, Dr. René Coddou, Abraham Romero, Héctor Rodríguez, Arturo Sandoval, Augusto Rivera Parga, Agustín Castellón, Luis David Cruz Ocampo, Teófilo Hinojosa, Desiderio González, José del C. Soto, Carlos Soto Ayala, Carlos Roberto Elgueta y Joselín de la Maza; los cuales quedaron facultados para formar comisiones que recorrerían el sur del país, formando comités encargados de cooperar con la gran tarea emprendida.
Con posterioridad a esta reunión el Comité acordó nombrar una Mesa Directiva que encabezaría y representaría el movimiento pro Universidad, quedando integrado de la siguiente manera:
"Presidentes Honorarios: Señores Intendente de la Provincia, Rodolfo C. Briceño y Primer Alcalde don Octavio Bravo. Presidente, señor Enrique Molina, Vicepresidente, señor Virginio Gómez, Vicepresidente, señor Esteban Iturra S., Secretario, señor Carlos Roberto Elgueta, Tesorero, señor Eliseo Salas.
Directores: señores Samuel Guzmán García, Julio Parada Benavente, Aurelio Lamas Benavente, Pedro Villa Novoa, Luis David Cruz Ocampo, Víctor Bunster B., Vicente Acuña, Edmundo Larenas, Augusto Rivera Parga y Guillermo Gleisner".
Al aceptar este nombramiento don Enrique Molina expuso su gratitud por la designación y sorpresa de haber encontrado al regresar de su reciente viaje a Santiago "un espíritu público que se manifestaba en forma espléndida en favor de un proyecto que él ya había tratado con el Presidente de la República, pero que éste lo estimaba viable para algunos años más, considerando las dificultades de carácter económico que por el momento hacían imposible su realización".
Añadió que "el presidente, Juan Luis Sanfuentes y otros preeminentes miembros del Gobierno, convenían en la necesidad de fundar una universidad en Concepción; no sólo para beneficio de sus habitantes, sino para todos los del sur del país.
Posteriormente hizo uso de la palabra el señor Samuel Guzmán García, quien explicó que "la universidad que se proyectaba fundar sería útil al progreso intelectual del país, por este motivo el comité que repartía las invitaciones para la reunión que se celebraba, tuvo presente extenderlas a los representantes de todas las tendencias políticas, en la creencia de que en su labor debe eliminarse todo propósito que pudiese perturbar la comunicación de sus miembros o darle un carácter partidista que no debía tener".
La universidad, según don Samuel Guzmán no tendría "importancia únicamente intelectual, pues sería órgano de difusión, de propaganda y de cultura... autónoma que tendría personalidad jurídica y por lo tanto podría adquirir derechos y contraer obligaciones, estando facultada para recibir legado y disponer de patrimonio propio".
Don Virginio Gómez, disertó extensamente sobre las objeciones que pueden hacerse al proyecto de creación de la Universidad y expuso que ya era oportuno llevar a cabo la idea que habían tenido los que hace 50 años crearon el curso de Derecho del Liceo y que sólo se necesitaba un poco de optimismo: un poco de energía para conseguir lo que un diario conservador de Santiago había llamado "necesidad impostergable para el progreso del país".
Para ratificar su posición señaló que "por ejemplo, se dice que estamos saturados de profesionales. Esta situación está muy lejos de producirse, porque en cuanto a los médicos hay una verdadera falta, pues hay muchas poblaciones de relativa importancia que carecen de este servicio indispensable.... "otra de las objeciones más frecuentes es la falta de fondos para iniciar los trabajos. En verdad es un principio elemental de la Hacienda Pública que primero se forma la necesidad, la urgencia de una obra de interés público y después el Estado busca los fondos necesarios para darle cumplimiento. En cuanto al local, todos sabemos que el proyecto del edificio del Liceo consulta en gran parte esta idea".
Asimismo agregó que "la personalidad jurídica que debemos conseguir, dará oportunidad para que la generosidad de los habitantes de esta región se haga efectiva en una forma útil para el progreso del país". Con frases muy elocuentes y que demostraban un gran entusiasmo puso fin a esta reunión don Enrique Molina.
Esta asamblea del 23 de Marzo fue el punto de partida de la futura universidad. Sin embargo, no debe pensarse que fue el momento donde nació la idea, pues en las páginas anteriores quedó demostrado que está proviene desde el siglo pasado. Por lo tanto, el gran mérito es haber sido el punto culminante de una serie de conversaciones informales que ya algunos miembros del Comité habían sostenido, especialmente en los salones del Club Concepción. Esto queda demostrado en cada una de las intervenciones mencionadas, pues en todas ellas se evidencia un dominio y maduración de la idea de crear una Universidad.
Es digno de destacar el carácter universal que se le dio a la reunión, en donde intervinieron personalidades de todas las tendencias públicas y de los diversos credos. Asimismo, al proyectar lo que sería la futura Universidad, sus promotores pensaron en un plantel de educación superior autónomo, con personalidad jurídica y como un centro de irradiación de cultura y progreso para el sur del país.
Enrique Molina había dado a conocer esta idea un año antes, en una entrevista publicada por el diario El Sur de Concepción el 16 de marzo de 1917, en donde señala: "el establecimiento de un nuevo centro universitario, que sirva a todo el sur del país, corresponde a una necesidad social, pues el sur es muy grande y muy rico, por lo que está llamado a un gran porvenir...".
Los diversos comités a que dio origen esta primera reunión, trabajaron afanosamente buscando ayuda en pro del logro de los objetivos propuestos, tanto al interior de la ciudad como en continuos viajes hacía el sur de nuestro país. Los frutos no se hicieron esperar. Muchas fueron las personas y entidades privadas que colaboraron, incluso con gran esfuerzo varias municipalidades del sur del país crearon comités en pro de la Universidad y del Hospital Clínico. Al mismo tiempo empezaron a levantarse los obstáculos, Enrique Molina señalaba en 1944 que incluso en Concepción "no faltó quien sembrara la desconfianza diciendo que el nuevo establecimiento iba a ser un foco de maximalistas, nombre con que se designaba por aquellos días a los revolucionarios rusos, antes de llamarlos bolcheviques. Incluso acota, un diputado de esta región fue personalmente a notificar al Ministro de Educación de que atacaría al Gobierno si éste presentaba a las Cámaras un proyecto sobre la creación de la Universidad de Concepción".
Señaló Enrique Molina en otro de sus discursos, "existía una llama encendida por un grupo de entusiastas" que aunque a veces precaria, significó el principio de la actual Universidad.