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Los magníficos edificios del campus UdeC, más allá del campanil y el arco

Cada 50 ó 60 años, Concepción se cae y se destroza ante los terremotos. Es un hecho tan evidente, que cualquiera que ponga un poco de atención en su arquitectura notará inmediatamente que la capital de la VIII Región –a diferencia de lo que sucede desde Chillán al norte- ya no posee construcciones de la época colonial, y ni siquiera del siglo XIX. Lo único que queda de aquella centuria, como lo explica el licenciado en Arquitectura UdeC Luis Darmendrail aquí, es el muro de la antigua iglesia La Merced, de 1850 (app.), y luego de eso le sigue la fachada de la suelería “Las Tres pascualas”, construida ya en el siglo siguiente, por allá por 1911.
En dicho sentido los edificios –vigentes, en pie y funcionando- más antiguos de Concepción son los mismos que conforman sus postales más recurrentes; es decir, los que adornan el campus UdeC en su zona más antigua, la ubicada desde avenida Chacabuco hacia el sur. Sin embargo, no se trata de los más icónicos, como el campanil, el Arco UdeC o el foro (que marca la transición entre la zona antigua de la universidad y la más moderna), sino de aquellos que muchas veces pasan inadvertidos, pero que dan ese ambiente tan especial y único al campus, como son los edificios de Cs. Químicas, Cs. Naturales, Farmacia, Humanidades y Arte, Derecho y la Casa del Arte, entre otros, que se funden con las estatuas, los árboles y los senderos que convierten a la UdeC en un lugar único en Chile.
Un poco de historia
Enrique Molina, el primer rector de la UdeC, fue quien hizo imperar (luego de un viaje por Estados Unidos) la noción de la “ciudad universitaria” que comenzó a levantarse muy de a poco en los terrenos que se compraron en 1923 en la esquina de Paicaví con Chacabuco, como recuerda el profesor Jaime García Molina en su libro “El campus de la Universidad de Concepción” (que se puede descargar desde aquí, vía Memoria Chilena). En ese momento, como lo explica el mismo texto, la casa principal de la UdeC se encontraba en O’Higgins 850, donde funcionaban los cursos de Farmacia y Química Industrial.
En 1927 comenzaron los trabajos de construcción del que sería el primer edificio del campus, la magnífica escuela Dental, que se ubicaba en la esquina de Paicaví con Chacabuco. Dicha construcción es calificada por el profesor García como “ecléctica”, debido a que en ella se fundían elementos neoclásicos, del modernismo y otros. Poseía un impresionante hall con balaustrada –señala García- y un techo de vidrio.
Lamentablemente, este edificio quedó severamente dañado tras el terremoto de 1960. Un mes después de este, un incendio destruyó todo el frontis, debido a lo cual se tomó la decisión de reconstruir en el lugar una Casa del Arte (que hoy día aloja el mural Presencia de América Latina). La parte trasera, que se logró salvar, aloja actualmente al Departamento de Artes Plásticas.
Siguen las construcciones
Mientras la escuela Dental se estaba construyendo (fue entregada en 1929) comenzaron otras dos edificaciones. La primera de ellas fue la actual Facultad de Ciencias Químicas (Química industrial, en ese tiempo) que inició su levantamiento en 1929 y que poseía un diseño más modesto que el anterior, entre otros motivos porque la construcción de la escuela Dental fue muy compleja, debido a los problemas con que los ingenieros se habían topado en los suelos, que debieron ser drenados muchísimas veces a fin de desecarlos. Pese a lo anterior, el Edificio de Cs. Químicas sigue poseyendo una belleza muy especial, que se expresaba entre otras cosas en su hall con forma de medio hexágono, el particular acceso que poseía desde el campus (una escalera formando un arco) y muchos otros detalles, varios de los cuales son propios del Art Déco, y fueron incorporados entre 1933 y 1935. Este edificio resultó destruido en gran parte luego del incendio que le afectó tras el terremoto del 27 de febrero de 2010. Actualmente se halla en proceso de reconstrucción.
Pero volvamos a fines de los años 20 y principios de los 30. Pese a que la crisis financiera mundial ya estaba desatándose, en esas mismas fechas se iniciaron los primeros trabajos destinados a erigir el que quizá sea uno de los edificios más hermosos y particulares del campus, el Pabellón de Anatomía (actual Departamento de Anatomía Normal y Medicina Legal), que se ubica en una suerte de diagonal a los demás, debido a que por entonces calle Víctor Lamas atravesaba lo que actualmente es el campus y desembocaba cerca de donde hoy está la Casa del Deporte, por lo cual se siguió ese trazado (que inicialmente era un sendero peatonal). El profesor García señala en su libro que en este edificio también “pueden descubrirse influencias del Art Déco, muy en boga en la época”.
Si se le observa con atención, se verá que este edificio -terminado en 1934- posee amplios espacios interiores, un vitraux en su techo y formas redondeadas en sus naves secundarias, circularidad que según explica el profesor de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía UdeC Leonel Pérez, es propia de este movimiento decorativo de origen francés.
Los edificios gemelos
Luego vendrían los edificios “gemelos”, Cs. Naturales y Farmacia, ubicados frente a frente en la avenida Enrique Molina, y cuyas fachadas son iguales, aunque por dentro presentan grandes diferencias. El primero de ellos, que aún hoy lleva grabado en su frontis su antiguo nombre de “Instituto de Biología General”, fue puesto en funciones en 1934, muy poco después de Anatomía, y se encuentra –dice Jaime García- “influido por la expresión del movimiento moderno, de líneas puras”. Y en efecto, es un edificio robusto y que luego de anunciarse con dos columnas, da acceso a un hall pequeño, que remite de inmediato a una escala que asciende y (a mano izquierda) hacia el impresionante auditorio semicircular que posee. Por el frente se emplaza la Facultad de Farmacia, que se levantó en 1936, y que tiene como particularidad un amplio hall semicircular, flanqueado por una escalera adosada a la muralla que, en forma bastante señorial, recorre el muro como si fuera una arteria a un brazo. Según detalle el libro de García, todo ello, junto con “los ventanales curvos… el balcón del segundo piso con sus barandas muy bajas, las ventanas ojo de buey, etc., son elementos de una arquitectura tipo Stream Line (tipo barco)”.
En 1933, en tanto, se comenzó a desarrollar el proyecto de la Facultad de Cs. Jurídicas y Sociales, que implicó la construcción de un edificio con un hall central “de toda la altura del volumen”, como señala el profesor García, incorporando además innovaciones como ventanas en los ángulos. En 1934, en tanto, partió la edificación de la actual Facultad de Humanidades y Arte, que también incorpora los elementos cilíndricos ya antes vistos, y que en este caso se expresan en su biblioteca, cuya pared exterior es hoy día uno de las primeras visiones que se posee del campus cuando se ingresa a este, desde calles Edmundo Larenas o Víctor Lamas.
La trascendencia
Leonel Pérez explica que “estos edificios han trascendido porque además de su valor arquitectónico, también poseen un inmenso valor constructivo, ya que al ser emplazados en un suelo muy malo, es muy probable que hayan sido sobrediseñados. De hecho, esa es una hipótesis nada arriesgada” señala, agregando que la idea de que la mayoría de ellos sobrevivieran los terremotos de 1939, 1960 y 2010 (aunque no los incendios) puede explicarse perfectamente por los estrictos estándares de construcción que deben haber aplicado los arquitectos, teniendo en cuenta la naturaleza del suelo, y ello además “posee un simbolismo muy grande, pues gracias a ello mantenemos incólumes aquí estas verdaderas cajas del saber, estas instituciones que albergan conocimiento, y que han resistido los embates de la naturaleza”, precisa el académico.
Pérez relata que además de ello, para entender el valor patrimonial de los edificios, es necesario saber que “esta primera etapa de construcciones yo la entiendo como muy ad hoc al contexto nacional e internacional en términos arquitectónicos. Hay que recordar que el Chile del centenario de la República fue austero, pero a nivel arquitectónico se vivía una verdadera revolución en Europa, debido a la existencia de tres vanguardias: la rusa, muy constructivista; el grupo holandés de Stijl (estilo) y el Bauhaus alemán, los que proponían una renovación total de la arquitectura, un romper con el pasado que, entre otras cosas, pretendía abandonar la ornamentación”.
De acuerdo a lo que señala Pérez, en ese momento en Chile “la mayoría de los proyectos se resolvían en la forma clásica, con algunas influencias intermedias como el Art Déco o el Art Noveau”, pero ello comenzó a cambiar cuando se impuso el llamado “modernismo” arquitectónico, que es una conjunción de las escuelas rusa, holandesa y de Bauhaus, y mucho de ello se puede ver en los edificios de la primera etapa de la UdeC, como precisa Leonel Pérez: “El modernismo se aprecia en detalles como las ventanas ojos de buey, las esquinas redondeadas, los murtos curvadas, las columnas aisladas, etc.”
A continuación, vía PatrimonioUdeC, una galería fotográfica con imágenes antiguas (pertenecientes al archivo fotográfico de la UdeC) y actuales de los edificios de la parte “moderna” del campus