A fines de la década de 1990 la sociedad francesa vio con horror cómo dramáticamente aumentaban los índices de suicidio infantil en su país. Este hecho, que llegó a convertirse en un problema de salud pública, reunió a un sinnúmero de investigadores de diversas disciplinas con el fin de estudiar estos comportamientos y tomar medidas de acción para enfrentar esta realidad, sin que se lograra impactar significativamente en ella.
En este contexto, el doctor en Sociología, Dante Bravo (exalumno de la UdeC) y autor de la investigación que dio origen al texto Los Comportamiento Ordálicos: Un libro pertinente, generó junto a su grupo de investigadores un cambio de enfoque: “Llegamos a concluir que lo que ocurría no eran suicidios; es decir, lo niños no se provocaban intencionalmente la muerte. Los niños morían, pero no se suicidaban, ellos jugaban con la muerte, sin saberlo”, explicó Bravo.
Instalar el concepto de “juegos de la muerte” provocó un cambio en Francia que no fue fácil de internalizar dentro de la visión “adultocentrista”, explicó Bravo, quien expuso al respecto en una conferencia organizada por el Departamento de Trabajo Social UdeC, con apoyo de la Dirección de Extensión.
El conflicto radicaba en entender por qué los niños participan de estos juegos. Un ejemplo que abordaron los académicos durante su estudio fue el “juego del pañuelo” y uno de sus casos les fue descrito crudamente por la madre de un pequeño francés de 10 años que murió asfixiado. Bravo contó en su conferencia cómo esta afligida madre relató la muerte de su hijo: “Él me llamaba: '¿mamá, mamá, vas a venir a darme un beso?' Sí hijo, ya voy, déjame solucionar esto con tu hermano y subo en seguida. Le respondí. Y volvió a llamarme una o dos veces más. Demoré un par de minuto es subir a verlo y ya era muy tarde, lo encontré con un pañuelo enredado en su cuello”, recordó el catedrático.
El juego del pañuelo, explicó Dante Bravo, tiene sus variantes en distintas culturas, pero en el fondo quienes lo practican en una primera etapa se hiperventilan para luego apretar las carótidas con el objetivo de cortar el flujo sanguíneo, lo que provoca -en cierto punto- alucinaciones debido a la hipoxia a la que es sometido el cuerpo. “Ocurre que cuando se utilizan elementos como un pañuelo, en el caso que les relaté, el niño puede perder el conocimiento y provocarse, sin quererlo, un ahorcamiento y morir”, explicó.
Los coqueteos con la muerte y la búsqueda de sentido
El juego del pañuelo, las carreras de velocidad, el muro humano de la muerte, las capoteras, rumitas y un sinfín de prácticas en las que más de alguna persona participó siendo niño, sin medir ni pensar las posibles consecuencias fatales, son todos tipos de juegos de la muerte que Dante Bravo pudo identificar gracias a los testimonios de las madres de niños que jugando habían perdido la vida. “Una de las cosas que pudimos evidenciar es que la mayoría de los niños que murieron lo hicieron mientras jugaban solos, sin otros niños alrededor”, para Bravo este es un punto vital, y que responde a cómo la sociedad ha cambiado –o modelado- la forma en la que sociabilizan los niños: “Hoy los niños son cada vez más solitarios, juegan menos en grupos, incluso los juguetes están hechos para ser utilizados por sólo una persona”.
El estudio del sociólogo ofreció cuatro pistas para explicar los motivos de la participación de los niños y jóvenes en este tipo de actividades: “En primer lugar las falencias de la Autoridad -así con A mayúscula-, porque me refiero a las falencias que van desde el Estado y sus Instituciones, hasta la de los padres”.
Otro punto que expuso Bravo fue la “búsqueda de sentido”, o la persecución de acciones que otorguen a los jóvenes una perspectiva o les señale su puesto en la sociedad. Junto a lo anterior, Bravo identificó “la ausencia de ritos que pasajes o iniciación”, como una pista que indica que –a diferencia de tiempos antiguos- en la actualidad no hay hitos que marquen el cambio de una época a otra, por ejemplo el paso de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la adultez, por lo tanto son los propios niños quienes hacen que estos juegos -que disparan sensaciones extremas ellos- sean el bastión que marca su paso a una nueva etapa en su vida.
La cuarta pista responde a un modelo propio de la sociedad actual y es que juicio de Bravo “Llega un punto en que ‘tenerlo todo’, en un sentido material, es lo único que cobra sentido en la vida”.
En el caso de Chile, Bravo señaló con preocupación que en los datos de INE, desde 2010 aparecen en las estadísticas muertes –consideradas como tasas de suicidio- de niños menores de ocho años. “Esto me preocupa, es muy parecido a lo que vimos en los años 90 en Francia y que dio origen a todos estos estudios. A mi juicio, cuando una sociedad comienza a perder a sus hijos tiene un problema societal, que va más allá que abordajes a través de campañas publicitarias”.