La geóloga del Servicio Nacional de Geología, Millarca Valenzuela, es una de las pocas personas que estudia los meteoritos en Chile y, quizá  por ser una de las que más conoce sobre el tema,  se ha preocupado de impulsar una campaña para  proteger estas rocas especiales, como un patrimonio para la ciencia nacional.
Invitada por la carrera de Geología de la UdeC, la profesional compartió con docentes y estudiantes los conocimientos que ha acumulado en el tema a partir de su tesis doctoral, en cuya base se encuentran una serie de campañas realizadas en el Desierto de Atacama y a través de la cuales se logró aumentar significativamente el número de meteoritos hallados en Chile.
Los meteoritos –como explicó- son fragmentos de roca y metal provenientes del espacio, que logran sobrevivir el impacto con la atmósfera y que tienen la virtud de mantener sin alterar la información de lo que eran antes de caer a La Tierra.
La relevancia de estas rocas es que están asociadas a procesos tempranos de la formación de estrellas y por ello entregan antecedentes de relevancia para comprender el origen de nuestro sistema solar, la conformación de los planetas y el origen de la vida.
La exposición de la académica se centró en un tipo especial de meteoritos, más escasos: los condritos carbonáceos, de los cuales varios ejemplares fueron encontrados en las campañas en el norte, durante su investigación doctoral que estaba centrada en los condritos ordinarios.
La particularidad de los condritos carbonáceos es que contienen información que se remonta a los  estadios más tempranos de la formación del sistema solar, pues –como dice- es el  material más primitivo de que se puede disponer en la tierra para entender este proceso. “Tiene la edad del sistema solar, 4.600 millones de años… es la información más vieja a la que tenemos acceso”.
Por eso las investigaciones en esta área tienen amplias proyecciones. La geóloga señala que están pendientes los estudios en torno a las trazas de materia orgánica y nanopartículas que contienen estos condritos; mientras que la búsqueda de nuevo material continuará.  Por otro lado, señala también interesa establecer colaboraciones en el campo de la astrobiología, por ejemplo,  con estudios de la superficie del desierto donde han sido encontrados estos meteoritos y sus condiciones ambientales para la vida  (por sus similitudes con Marte).