La igual que otros recursos, el tiempo es un bien escaso, pero la diferencia, según el investigador de la Universidad de Chile, Jorge Rosales, es que en términos presupuestarios su manejo es más complejo.
“El dinero se puede ahorrar, pero el presupuesto temporal es inflexible; sea un día, una hora, un minuto perdido, es un tiempo que no se puede recuperar”, dijo el ingeniero industrial en una conferencia sobre la utilidad de medir, modelar y valorizar el tiempo, que ofreció en la Facultad de Ingeniería.
Rosales explicó que, a pesar de la imposibilidad de ahorrar tiempo, existen dos formas en que se puede reajustar su disponibilidad para utilizarlo de mejor manera. Una, es disminuir el tiempo asignado a una actividad. “Por ejemplo en el área de transportes, elegir entre distintas me permite tener más tiempo a cambio de pagar más: tren o bus versus avión, entonces hay un trade off (una compensación) entre pagar más para llegar más rápido o para ir más cómodo, o bien se puede pagar menos y demorar más”, señaló.
La otra alternativa es reasignar tiempo entre actividades. “Las actividades que yo tengo que hacer las puedo reasignar. La idea es reducir al mínimo las actividades obligatorias, a no ser que deba hacerlas, o asignar más tiempo a las actividades de ocio, por ejemplo ir al cine me toma dos horas que podría gastar trabajando o estudiando o haciendo otra cosa”, indicó.
Rosales señaló que en estas decisiones están presentes las elecciones personales que, aunque son un elemento subjetivo, permiten inferir preferencias y estimar modelos que sirven para obtener información “y saber lo que está pasando con las personas y así caracterizar grupos de personas”.
Por otro lado, agregó que la escasez de tiempo y la necesidad creciente de él “involucra una valoración de lo que hacemos, porque las decisiones que tomamos están asociadas a los bienes que poseemos o al tiempo que tenemos o no tenemos”. Por eso, afirmó que el tiempo tiene un valor que está siendo incorporado cada vez más en el ámbito económico. Hay países, dijo, en los que se está considerando el trabajo doméstico, con un valor, dentro de las mediciones nacionales.
Este tipo de estudios, dijo, pueden servir para la toma de decisiones en políticas públicas, porque –indicó- hay diversos aspectos que se ven afectados por el uso del tiempo. Un ejemplo de esto es el Transantiago que, de acuerdo a Rosales, debiera incorporar en su planificación el tiempo de viaje y el tiempo de espera en los transbordos, para determinar la cantidad de buses que debiera haber en el sistema.
La conferencia de Rosales se inserta en las actividades del proyecto Fondecyt sobre estrategias de movilidad para el desarrollo de actividades, que llevan a cabo los académicos del Departamento de Ingeniería Civil de la UdeC Juan Carrasco y Alejandro Tudela, en colaboración con el Instituto Milenio sobre Sistemas Complejos de Ingeniería, del que ambos son parte.
El Doctor Juan Carrasco, líder de la iniciativa, adelantó que como parte de la investigación se realizará una encuesta sobre uso de tiempo en el Gran Concepción, en la que se espera incorporar la experiencia internacional en este tipo de estudio, que –dijo- en Chile aún son de poco desarrollo.