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Estudiantes UdeC diseñan sistemas de propulsión para llegar a la Luna

Alumnos de Ingeniería Aeroespacial y otras carreras, guiados por el académico Nicola Chiacchio, participan del equipo Angelicum, que se encuentra compitiendo con otros 25 equipos de todo el mundo por ser los primeros en llegar a la Luna el 2015 y lograr que un rover (robot) camine 500 metros sobre la superficie del satélite, en una competencia de 30 millones de dólares, organizada por Google.
No es broma, no es un sueño alocado ni se trata de la secreta aspiración de un grupo de jóvenes excesivamente entusiastas. Por el contrario, los integrantes del Grupo de Interés en Propulsión (GIP), más conocido como Cohetería UdeC, tienen los pies muy bien puestos sobre La Tierra, aunque desde aquí, con mucha ambición, miran hacia el mismo cuerpo celeste que hiciera soñar a Verne, Wells, Melies y tantos otros.
Y están convencidos de que van a llegar, que es lo mismo que piensa el profesor que los encabeza, el Ingeniero Aeroespacial Nicola Chiacchio.
Darío Rodríguez, un joven venezolano que hasta algunos años atrás residía en España (desde donde atravesó el Atlántico para venirse a estudiar Ingeniería Aeroespacial a la UdeC), explica que luego de la conformación del GIP, el 2007, el año pasado se les presentó la oportunidad soñada: ser parte de uno de los exclusivos 26 equipos a nivel mundial que están participando en el Google Lunar X Prize, una competencia  auspiciada por la empresa informática y que posee un pozo de 30 millones de dólares, que Google entregará a quienes desarrollen el primer proyecto que pueda  llegar a La Luna con una nave de construcción propia, que porte además un robot tipo Rover que sea capaz de desplazarse 500 metros sobre la accidentada superficie lunar y, desde allá, enviar imágenes de video, fotografías y datos. El plazo máximo para todo ello es finales de 2015.
Chiacchio, de nacionalidad italiana, docente de Ingeniería Espacial UdeC y profesor guía del grupo, explica que la participación de los penquistas en el proyecto surgió a partir de los contactos realizados con los líderes del team Angelicum, uno de los grupos clasificados en la competencia, que es chileno y es encabezado por el astronauta Klaus Von Storch y el ingeniero civil Héctor Gutiérrez y en el cual varias universidades (entre ellas la UdeC, además de la UACH y recientemente la UCSC) se agruparon a fin de trabajar en partes específicas del proyecto, correspondiéndole a los futuros ingenieros aeroespaciales penquistas el diseño del sistema de propulsión y la mecánica orbital de la nave que llevará el rover chileno, si todo sale bien.
Eso sí ?aclara Darío? a ellos como GIP no les corresponderá la fase de despegue ni la salida de la órbita terrestre de la nave, para lo cual se está buscando el apoyo de empresas privadas como Space X. Por el contrario, lo que le toca a los penquistas es quizá la parte más difícil: crear todo el mecanismo que lleve la nave del team (misión bautizada como Alicanto) hasta La Luna, lo que implica la construcción de tres motores: uno para abandonar la órbita terrestre, otro para frenar cuando la cápsula se esté acercando a la superficie lunar, y un tercero para aterrizar, diseño que piensan realizar sobre la base de propelente líquido, con una fórmula que manejan bajo siete llaves. Los otros dos motores, en tanto, funcionarán sobre la base de propelente sólido.
El profesor Chiacchio explica que de acuerdo a sus cálculos, el cohete debería comenzar a viajar a una velocidad aproximada de 7 kilómetros por segundo; es decir, unos 25 mil kilómetros por hora, pero para poder vencer la atracción terrestre “necesitamos más energía, esa no es suficiente”. La clave, explica el académico, se encuentra en el cambio de la órbita terrestre a la lunar, que permitirá aprovechar esta última. Cuando la nave se encuentra en ella “o cerca de la Luna, estaremos a una velocidad más o menos de 2 kilómetros por segundo, pero eso es demasiado para aterrizar, pues se destruiría el cohete, por lo que necesitamos bajar la velocidad con un segundo motor y luego requerimos de un tercero, distinto de los otros dos, pues es de propulsión líquida, ya que nos debe dejar variar el empuje gradualmente, hasta llegar a una velocidad de unos 3 metros por segundo”, señala.
Pura pasión
Darío relata que el GIP se formó sobre la base de “estudiantes interesados en la cohetería, que siempre hemos contado con la supervisión de un profesor y que opera con base en el Laboratorio de Técnicas Aeroespaciales de la Universidad de Concepción”, los que inicialmente sólo tenían un objetivo en mente, que era lanzar un cohete que les permitiera fotografiar la curvatura de nuestro planeta.
Actualmente, el GIP está conformado por ocho alumnos (entre ellos, estudiantes de Física y de Ingeniería Mecánica, además de un alumno de Ingeniería Forestal), más cuatro colaboradores externos. Desde hace un buen tiempo, vienen lanzando cohetes de fabricación UdeC (completamente desarrollados por ellos) desde la península de Hualpén, y actualmente  cuentan ya con la experiencia necesaria para construir uno que estiman podría elevarse a unos 45 kilómetros de altura y que -entre otras aplicaciones- podría servir para medir con exactitud la capa de gases contaminantes en una ciudad como Santiago.
Sin embargo, según relata Rodríguez, en este momento trabajan con ahínco en el desarrollo del motor de frenado (el segundo) del proyecto lunar, motor que deberá ser capaz de generar una potencia de al menos 40 kilonewtons; es decir, deberá tener la fuerza suficiente como para detener una masa de unas cuatro toneladas de peso.
En medio de todo ello, y como lo establecen las bases del concurso (que señala que el 90% de los fondos con que se financien los proyectos deben provenir del sector privado) se encuentran recabando fondos a través de programas como Innova y también gracias al aporte de particulares, y ven con optimismo el futuro: “está al alcance”, señala Darío al preguntársele si efectivamente cree que es posible concretar una misión de esta naturaleza, apreciación en la cual coincide su profesor, quien señala que desde el punto de vista técnico y de la experticia que hay en la UdeC, no existe impedimento alguno para llegar a la Luna, por fabuloso que parezca.
En este video, escucha a Darío y Nicola explicando en qué consiste el grupo de Cohetería UdeC y qué es lo que les corresponde realizar a ellos dentro de la misión Alicanto: