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En excelente estado ranitas de Darwin rescatadas del Cordón Caulle

Completamente sanas y  viviendo de manera normal su período de reproducción se encuentran los cuatro ejemplares de la ranita de Darwin (Rhinoderma darwini)  rescatados el año pasado por investigadores de la UdeC, desde la zona de erupción del complejo volcánico Puyehue-El Caulle.
A poco de iniciarse la erupción, los responsables de la Estación de la Ranita de Darwin de la UdeC  llegaron hasta el lugar en un operativo conjunto con la Corporación Nacional Forestal y el Servicio Agrícola y Ganadero. Como estos anfibios respiran por la piel, los científicos temían que las cenizas afectaran la supervivencia de los ejemplares que pudieran estar activos en esa fecha.
Y a pesar de que el invierno es una época de baja actividad para la ranita, los investigadores encontraron cuatro individuos desplazándose en el bosque, que fueron traídos a la Estación, para sumarse a los 11 reproductores -cuatro hembras y siete machos- con que  la UdeC inició, en abril de 2009,  el proyecto de conservación y reproducción de esta especie endémica de Chile, iniciativa que cuenta con la colaboración  del Zoológico de Leipzig (Alemania).
Más reproductores
El Dr. Juan Carlos Ortiz, director del proyecto, y el veterinario y estudiante de magíster Carlos Barrientos –responsable del cuidado de los ejemplares en la Estación- volvieron en febrero a los alrededores de Puyehue para evaluar los impactos de la erupción en el hábitat: "pensamos que por la erupción no habría sobrevivientes, pero pese a todas las complicaciones lograron vivir. Vimos una gran cantidad y muy activas, cantando, en pleno período reproductivo”, cuenta Ortiz.
En este viaje –y con las debidas autorizaciones-  recolectaron otros 10 ejemplares (cuatro machos y seis hembras) que vienen a aumentar el número de reproductores; un punto que da mayor seguridad al proyecto, puesto que –como explica el doctor Ortiz- evita el inbreeding (endogamia), favoreciendo el aumento de la variabilidad genética.
Mientras las ranitas capturadas este verano desde el sur se encuentran en cuarentena, los otros 15 ejemplares adultos están en pleno período reproductivo y hasta esta fecha ya han nacido 58 crías, esperándose que nazcan otras más.
Carlos Barrientos señala que los nacimientos se concentran en el verano, pero se han observado algunos tardíos, entre abril y mayo. Incluso, como agrega el doctor Ortiz, escritos del profesor Ottmar Wilhelm registran nacimientos en septiembre y agosto.
El académico cree que esto da más esperanza al proyecto y cuenta que en la época de reproducción, en la Estación se han logrado hasta dos posturas de huevo en un mismo período reproductivo, lo que -agrega- “no sabemos si eso ocurre en la naturaleza”.

Desde el primer nacimiento, el 24 de diciembre de 2009, hasta este verano, en la Estación se  han producido tres camadas, con un total de 121 crías. Todo un éxito, considerando –como dice con orgullo el estudiante- que no ha muerto ningún ejemplar: ni crías ni reproductores.

Todo esto es resultado de un acucioso trabajo para la mantención de las especies y para los cual, los investigadores han afinado distintos protocolos.  “Ahora conocemos bien los requerimientos de humedad. La temperatura es controlada por timers con aire acondicionado. Las ranitas se alimentan dos veces por semana con moscas del vinagre y con grillos una vez a la semana, todo acompañado por un complejo vitamínico”, detalla Carlos.

La estación consta de 2 contenedores, uno que funciona como laboratorio y área de cuarentena, y el otro como área de reproducción. En la última están dispuestos los terrarios en que conviven machos y hembras. Barrientos explica que sobre cada terrario –hay ocho en total y dos en preparación- se impone una luz que utiliza el fotoperiodo natural de la ciudad (unas 14 horas), mientras que la humedad es cercana al 90%. La temperatura, en tanto,  se mantiene entre los 6 y los 20 grados.

Con casi 4 años en desarrollo, el proyecto se acerca a uno de sus objetivos más importantes: lograr la reintroducción de las especies. El director del proyecto informa que esto probablemente se podrá hacer a partir de 2013 o 2014, cuando los ejemplares nacidos en la Estación comiencen a producir crías.

La evaluación del proyecto hasta ahora es más que positiva: “es la única especie que en Chile que se ha logrado criar en forma exitosa y sin problemas”, dice Ortiz, quien adelanta que, a la luz de estos resultados, ya evalúan ampliar el trabajo de la estación a otras especies de anfibios que requieran de acciones de conservación.
Un pequeño anfibio

[caption id="attachment_7185" align="alignright" width="300" caption="Carlos Barrientos y Juan Carlos Ortiz"][/caption]
La ranita de Darwin o rana vaquera se caracteriza por una particular prolongación nasal (de ahí su nombre Rhinoderma: Rhino, nariz, y derma, piel), su pequeño tamaño (de 0.4 a 3,2 centímetros) y una alta variabilidad en la coloración y diseño (semejante a la hojarasca del bosque), un cantar similar al piar de un pollo y su patrón ventral individual (manchas parecidas a las de las vacas).

La especie fue colectada por Charles Darwin en Valdivia y fue descrita por primera vez en 1841 por el herpetólogo francés André Marie Constant Duméril para su Herpetología General. Fue él quien dio el nombre al anfibio en homenaje a Charles Darwin.
Llama la atención de esta especie su sistema único de cuidado parental: son los machos los encargados de criar a los renacuajos. Al eclosionar los huevos –la hembra los deposita en el suelo- el macho los toma en la boca, que es donde se desarrollan hasta que se convierten en ranas completamente formadas.