Mensaje de error

Deprecated function: The each() function is deprecated. This message will be suppressed on further calls en _menu_load_objects() (línea 579 de /var/www/html/panoramaweb2016/includes/menu.inc).

A 48 años de su muerte: las lecturas que hablan de Enrique Molina Garmendia

Una biblioteca puede decir mucho de la personalidad de su dueño. Hoy se conmemoran 48 años desde la muerte del rector fundador de la Universidad de Concepción, el filósofo y abogado Enrique Molina Garmendia, y su biblioteca se encuentra reunida en lo que fuera su escritorio, a la entrada de la casa que lleva su nombre y que hoy es la Rectoría de nuestra Universidad.
En ese espacio que mantiene los mismos muebles del siglo XIX en los que el Rector Vitalicio acostumbrara sentarse a leer o escribir sus múltiples libros (más de 20), se atesoran además elementos decorativos que no sólo evidencian los intereses de su dueño, sino también el cariño de sus alumnos y amigos, como si fuera un viaje al tiempo que nos transporta a una época plena de ensoñaciones, proyectos y cambios.
Bitácoras de viaje, pinturas y esculturas e, incluso, un cuaderno firmado por todos los alumnos (de primero a sexto año de humanidades en el año 1905) del Liceo de Concepción y dedicado a “su digno maestro”, dan cuenta de un personaje de gran calidad humana, interesado no sólo en cultivarse intelectualmente, sino también en el aspecto social.
Interesante para su época debe de haber sido don Enrique, con su altura de 1,82 metros, cara ovalada, bigote y barba rapados, orejas y boca mediana, cabello castaño oscuro y ojos castaño mediano, según la descripción de su pasaporte del año 1927, el que descansa sobre su escritorio, que aún conserva artículos utilizados en su quehacer cotidiano.
Encomendada para reordenar y realizar el catastro de los libros existentes en la biblioteca de Enrique Molina, Mireya Mora, funcionaria de la Biblioteca Central, es una de las personas que mejor (a través de sus libros) ha llegado a conocer a este icono de la ciudad y del país (fue ministro de Educación entre 1947 y 1948), por lo que no duda en calificarlo como un hombre fundamental para la zona, una columna dorsal de la comunidad penquista o, como lo sintetiza ella de un modo muy gráfico y simbólico, “el Campanil de la Región”.
“Tenía una gran calidad humana, una entrega sin esperar nada a cambio; era, además, muy apasionado por la educación, un filósofo preocupado principalmente de la juventud, siempre presente en la Universidad”, destaca.
Interesado en mantenerse al día en el acontecer cultural, en su época como rector del liceo que ahora lleva su nombre, Enrique Molina Garmendia tenía una generosa costumbre. Como lector voraz que era, siempre compraba siempre dos ejemplares de cada libro que le interesaba: uno para la biblioteca del establecimiento y otra para la propia, práctica que continuó cuando dirigía la Universidad.
De este modo, el universo de su colección bibliográfica está compuesto principalmente por libros de filosofía. Entre sus autores fundamentales se encuentran Kant, Nietzche, Heidegger, Goethe, Scheler, Schopenhauer y Maritain, entre otros muchos. Mireya Mora señala que el valor de dichos libros es incalculable, pues la mayoría de ellos son primeras ediciones en sus idiomas originales, principalmente alemán (“muchas veces gótico”, dice sorprendida) y francés.
Otro de sus temas de interés, como es evidente, fue la educación. Por ejemplo, con la destacada profesora, escritora, feminista, embajadora y política chilena Amanda Labarca tenía una relación profunda y sus textos pueden encontrarse en esta colección que también abarca novelística chilena y universal, resaltando, por ejemplo, una bellísima edición de la Divina Comedia, libros de denuncia social y clásicos de la literatura, todos los cuales forman un universo de cerca de 3 mil ejemplares de libros y revistas, que fueron indexados en 10 meses de trabajo realizado por Mireya Mora y Pablo Baeza, también de la Biblioteca Central.
Según explica Mireya, se trató de una labor que se llevó a cabo con una metodología similar a la utilizado en el Salón Azul de la Biblioteca Central, y que entre otras cosas considera la conservación de los libros sin intervención alguna en ellos;  es decir, sin etiquetarlos, debido a su valor. En nueve estantes de cedro numerados y ubicados por su posición en cada repisa, las colecciones bibliográficas se dispusieron de manera estética, acorde con el interés de preservar este espacio como una suerte de museo conmemorativo de la figura de Enrique Molina.
El índice que se confeccionó al respecto, y que ya se encuentra en sus últimas etapas de producción, será encuadernado de manera armónica con la colección y a él se sumará un índice de dedicatorias, ya que muchos autores chilenos, hoy consagrados, le enviaban sus primeros ejemplares para recibir su crítica. Entre ellos destaca Desolación (1922) de Gabriela Mistral, con quien mantenía una nutrida relación epistolar.
De este modo, la figura de Enrique Molina, quien recibió múltiples reconocimientos de organizaciones intelectuales y sociales de la época (fue nombrado ciudadano ilustre de Concepción y Talcahuano, así como premio Municipal de Arte y Literatura de Concepción) se redibuja al conocer sus intereses bibliográficos, confirmándolo como un personaje fundamental no sólo de nuestra historia como casa de estudios, sino como un hombre universal, de una enorme cultura y gran inquietud social, todo lo cual plasmó en su obra culmine, la Universidad de Concepción, la que quiso que fuera, al igual que él, un espacio de libertad y creación intelectual.