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Investigación UdeC estudia la frutilla chilena como modelo de calidad de la fruta

Un aroma delicado -en justo equilibrio con su sabor- es una las propiedades más preciadas de la Frutilla chilena o Fresa blanca (Fragaria chiloensis), producto que bien podría representar a nuestro país en el preciado y creciente mercado de los frutos exóticos, más aún cuando su cultivo ha permanecido vinculado por generaciones a las etnias originarias del centro-sur de Chile.

Pero al lado de esas buenas características, este fruto –alabado ya en el siglo XVII por el cronista Alonso de Ovalle, a quien se debe su nominación genérica- presenta un punto débil: su extremada fragilidad, que se expresa en una alta tasa de ablandamiento, que dificulta su manejo poscosecha.

Es, precisamente, esta razón la que la convierte en un modelo pertinente para estudiar diversos aspectos relacionados con la calidad de la fruta, un elemento que cobra relevancia en un país donde la exportación frutícola se ha mantenido como el segundo sector en importancia dentro de sus intercambios comerciales y que muestra, aún, proyecciones de crecimiento en un mercado que ofrece un amplio espacio para los productos naturales.

En este contexto se sitúa un proyecto Fondecyt que, bajo la dirección del investigador de la Facultad de Ciencias Forestales, Carlos Figueroa,  está centrado en conocer el rol del metil jasmonato (una hormona vegetal) en la maduración y post cosecha de la frutilla chilena.

El doctor Figueroa –quien ha desarrollado varias investigaciones sobre Fragaria chiloensis- explica que existen evidencias de que el metil jasmonato (MeJA) está involucrado en la  expresión de genes relacionados a varios eventos que ocurren en las plantas, principalmente en la activación de los sistemas de defensa frente a patógenos y procesos de senescencia (envejecimiento).

Sin embargo, existen pocos reportes sobre su  rol en la maduración de frutos. En frutilla se ha observado que podría ser un inductor de la maduración, pero aún no existen estudios sobre su efecto en los genes relacionados a los distintos procesos que involucran la maduración.

“Hay otras hormonas, como la auxina, que están relativamente bien caracterizadas en relación a sus efectos en la expresión génica y en los procesos de maduración en frutilla”, dice el académico.

La investigación se propone, por un lado, identificar vías de biosíntesis que inciden en la generación de propiedades saludables en la frutilla en las cuales el MeJA participaría incidiendo en la activación génica. “Se ha visto que en otras frutas  activa la síntesis de antioxidantes, principalmente de compuestos fenólicos como antocianinas”, que –como cuenta el académico- están asociadas, además,  al aumento del color.

Por otro lado, se están estudiando mecanismos que puedan contribuir al aumento de la tolerancia del fruto frente a agentes patógenos, particularmente al hongo Botrytis cinerea. “Es un hongo muy dañino para la fruta chilena. El caso más emblemático es la infección que provoca en la uva de mesa en postcosecha y que también es un problema importante en la frutilla”, explica el académico.

De ahí que, como parte de la investigación, se  proyecta generar un compuesto basado en la hormona vegetal, que pueda ser usado en una preparación con fines preventivos. “La idea es aplicar el producto en plantas de frutilla, desde la floración hasta que comience a desarrollarse el fruto”, señala.

Este aspecto se relaciona con otro factor importante en la valoración de la calidad de la fruta: la degradación de la pared celular, proceso responsable del ablandamiento del fruto.

“Muchos de estos hongos fitopatógenos entran por tejidos que están degradados o descompuestos. La pared celular es una barrera para los patógenos y si está degradada es más fácil para ellos ingresar y sobrevivir, aprovechando los nutrientes o el sustrato vegetal”, explica el investigador.

El doctor Figueroa agrega que también interesa estudiar vías relacionadas con la generación de aroma, “que nos puede ayudar a producir frutos más aromáticos”.

Los ensayos que sirven de base a esta investigación se realizan en plantas que se mantienen en cultivo en el vivero de la Facultad (provenientes de zonas históricas de producción de la frutilla blanca) y en un sistema de crecimiento y desarrollo de frutos verdes in vitro (que son alimentados con nutrientes y MeJA),   soporte fundamental para los análisis de expresión génica que se efectúan por PCR en tiempo real.

Los resultados preliminares del proyecto han permitido corroborar la acción de MeJA en la maduración y aumento de color, elementos visuales que juegan a favor de la calidad de la fruta. A nivel de genes, explica, aún son necesarias más observaciones, especialmente en lo relativo a la degradación de la pared celular.

Pero lo relevante de este estudio son sus proyecciones. “La frutilla chilena se visualiza como un modelo para frutos que se ablandan rápidamente, por eso es interesante ahondar en el mecanismo molecular por el que ocurre este proceso”, señala el investigador, quien agrega que los avances que se logren en el manejo de poscosecha de frutos de Fragaria chiloensis y otros mejoramientos pueden ser traspasados a la frutilla comercial (Fragaria x ananassa) -que lleva genes de la especie chilena- y otros frutos que se degradan en corto tiempo.

Por otro lado, afirma que esta investigación también contribuye a darle “una importancia científica a un cultivo que se ha producido por generaciones y que viene originalmente de los pueblos autóctonos”.