Una exposición sin obras, realizada en diciembre de 1979, es para la académica del Departamento de Arte, Leslie Fernández, una de las escenas más simbólicas de la resistencia cultural que se vivió- desde las artes visuales- en Concepción durante la Dictadura.

La “muestra” impulsada por un grupo de artistas, que más tarde se agruparían en el Colectivo Arte 80, había sido autorizada por Extensión para ser expuesta en la Sala Universitaria (hoy David Stitchkin), pero fue suspendida poco antes de la fecha de apertura, por lo que se trasladó al Instituto Chileno Norteamericano.

“Como no se podía hacer nada, era una exposición de nada”, contó Fernández en la conferencia "Resistencia cultural en dictadura: las artes visuales y la UdeC", que impartió en la inauguración del año académico del Magíster en Arte y Patrimonio (MAP), dirigido por el docente Javier Ramírez.

“Fue una acción de arte, no había obras, (la gente) estaba invitada a caminar, a sentarse, a dialogar. Fue un manifiesto que apelaba a lo social, a unirse y agruparse”, contó.

En su presentación, la académica mostró algunos resultados de una investigación sobre las artes visuales en Concepción entre 1972 y 1990; un tema que, afirmó, no puede ser tratado sin abordar lo que pasó en la UdeC.

De hecho, la fecha de partida de la investigación es el año de la creación de la Escuela de Arte, que un año más tarde sufriría las consecuencias derivadas de la dictadura, con medidas al interior de la Universidad y otras emanadas de decretos de gobierno.

En el primer caso, relató que “hubo decisiones que significaban un impacto en la educación artística, como modificar las mallas, integrando otro tipo de asignaturas, el despido de profesores”. En lo externo, citó un decreto promulgado en 1976, que establecía que toda acción cultural debía ser sometida a estudio y revisión por parte de una comisión adscrita al Ministerio de Educación y por el asesor cultural de la Junta de Gobierno.

De este modo, señaló, aunque ese tipo de acciones ya existían en la UdeC, apareció un decreto “que justificaba plenamente revisar, censurar, prohibir la exhibición de obras y la realización de exposiciones”, dijo.

En este contexto, como señaló la artista visual, se produce la quema, por parte de militares, de un conjunto de grabados que un colectivo de artistas de Tomé enviaron al Museo de Bellas Artes para su revisión, previo a su envío a una exposición en México, a la que habían sido invitados.

Según la investigadora, uno de los artistas del colectivo, Santiago Espinoza, contó que esto solo ocurrió porque se trataba de artistas de la Universidad de Concepción. “Aparte de esto, Chago nos contaba que hubo un allanamiento a la escuela y quemaron las matrices de esos grabados”, agregó.

También relevó el papel que tuvo el artista Pedro Millar entre 1975 y 1980 (cuando fue despedido) en “la generación de un núcleo importante de alumnos inquietos”, del que fueron surgiendo acciones de resistencia.

La académica enumeró diversas manifestaciones con que los artistas trataban de expresarse, usando espacios distintos a galerías o salas, para evitar la intervención o la censura, entre los que fueron importantes la Sala Leasing (antiguo Instituto Goethe), el Instituto Chileno Norteamericano, sedes gremiales o la propia calle.

“Fueron muchos los alumnos que armaron colectivos, que se agruparon, hicieron trabajos conjuntos, se potencian en un trabajo que era difícil hacer del 72 al 90 y toda esa intensidad cambia con la democracia. Fue un cambio histórico para Chile, que también significó una consecuencia en el trabajo artístico, se deja de trabajar de manera colectiva”, comentó.

La exposición de la artista fue comentada por el docente del Departamento de Ciencias Históricas, Dr. Danny Monsálvez, luego de lo cual se dio paso a un diálogo con los asistentes.