*Texto escrito por la profesora Claudia Muñoz Tobar, Directora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Concepción

En Chile, la educación ha instrumentalizado las disciplinas. El aumento de las horas de matemática y lenguaje en la enseñanza básica, la reducción de la asignatura de filosofía a contenidos de psicología en tercero medio y su eliminación de la enseñanza media técnico-profesional, son ejemplos concretos de esta tendencia.

Más matemática y más lenguaje no quieren decir que el Ministerio y la escuela consideren su aprendizaje como algo valioso en sí mismo, por el contrario, instrumentalizan estas áreas supeditándolas al objetivo de elevar los resultados en pruebas estandarizadas. Por el lado de los padres y apoderados, la destacada presencia de estas materias suele ser valorada, debido al interés por el ingreso de los estudiantes a una “buena carrera universitaria”, que asegure su rápida entrada al mercado laboral y el éxito económico individual.

Que la educación chilena se encuentra bajo la completa dictadura del “para qué sirve”, ha quedado confirmado hace unos días por el proyecto de modificación curricular del Mineduc, que elimina del plan común de la enseñanza media humanístico-científica lo único que quedaba de filosofía, y mantiene, como parte de otra asignatura, unos pocos contenidos filosóficos, orientándolos a formar un tipo específico de ciudadanos, no sabemos cuál todavía, pero quizás, cabe sospechar, el más conveniente a los intereses políticos de turno.

Si el Mineduc fuera coherente con su visión utilitaria de las disciplinas, debería dejar de llamar humanista y científica a esta modalidad de la educación secundaria. Los cambios que ahora propone en realidad no promueven, sino que amenazan el desarrollo de las humanidades y de la ciencia. Vienen a empeorar el actual contexto, donde no sería extraño que estas áreas fueran las menos demandadas por los egresados de media que prosiguen estudios universitarios. Dedicar la vida a su cultivo es una decisión difícil.

Así las cosas, la propuesta del Mineduc no está haciendo suyas las palabras de la propia presidenta Bachelet, citadas por la Comisión Presidencial: Ciencia para el Desarrollo de Chile, en el informe que presentó en julio de 2015: “Las ciencias tienen un rol insustituible en la reflexión sobre nuestros proyectos y posibilidades de futuro. Son ellas las que nos muestran el Universo del que somos parte y las oportunidades que se nos presentan. Son ellas las que nos ayudan a anticipar nuevos desafíos y a innovar en la forma en que los enfrentamos. Son ellas, finalmente, las que nos recuerdan, con el desinterés y la pasión con que buscan la verdad, lo que somos y el sentido humano de todo lo que hacemos”.

La búsqueda desinteresada y apasionada de la verdad, a través de la que se despliega lo que somos, no sólo mueve a quienes dedican su vida a la ciencia, sino a toda genuina filosofía. Con su marcada perspectiva instrumentalista, el Mineduc sacrifica precisamente esta motivación, pues al eliminar la asignatura de filosofía y dedicar una mínima parte de su legado al logro de objetivos contingentes, priva a los jóvenes de la posibilidad que todavía tienen de ejercitar y apreciar esa notable capacidad humana de hacer y querer algo como un fin en sí mismo.