Huevos azules, merquén, changle, digüeñe o quínoa, son sólo algunos ejemplos de la diversidad alimentaria chilena, un patrimonio único que corre peligro de perderse ante el avance de la alimentación industrializada.
Bajo este concepto fue lanzado oficialmente el proyecto Desarrollo del Arca del Gusto en Chile. Bases para el fomento del turismo culinario, iniciativa difundida en el mundo por Fundación Slow Food para la Biodiversidad, y que está siendo implementada en Chile a través del trabajo de académicos e investigadores de la Universidad de Concepción, gracias al financiamiento de InnovaChile de CORFO. En el proyecto participan ,además, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI).
La directora de la iniciativa, la académica del departamento de Sociología y Antropología, Dra. Noelia Carrasco, destacó que la relevancia de este proyecto radica en que “busca recuperar y promover la conservación de saberes y sabores que han marcado la historia de los grupos humanos, en consideración a un espacio y a formas productivas y culinarias específicas”.
En ese sentido, dijo que lo que se persigue específicamente es  “rescatar todos aquellos productos que cumplan ciertos requisitos como ser alimentos con arraigo histórico en los territorios, que tengan un uso y un sentido identitario con las localidades a las que pertenecen y que tengan una permanencia en la memoria, así como un carácter sustentable desde el punto de vista económico y nutricional”.
En la presentación oficial del proyecto, realizada en el auditorio EmpreUdec, participaron representantes del Centro de Educación y Tecnología del Sur -CET Sur- y la Fundación Slow Food para la Biodiversidad -coejecutores de la iniciativa-, además de autoridades académicas, invitados especiales y estudiantes.
La Dra. Carrasco señaló que durante el primer año del proyecto se realizó trabajo de campo, investigación participativa y trabajo directo con las comunidades que tienen dentro de su patrimonio alimentos de gran valor integral que se quieren recuperar.
“Esta iniciativa tiene una larga trayectoria. Es una iniciativa de ONGs del Centro y Sur de Chile que han trabajado directamente con organizaciones locales y que están articuladas al movimiento internacional de slow food, que son los promotores del Arca del Gusto como iniciativa”, explicó la académica.
En este sentido, a nivel global el Arca del Gusto ha rescatado más de 750 productos, “desde el argentino maíz de Capia, hasta la miel de tomillo de Monto Iblei en Sicilia, incluyendo -en el caso de Chile- al merquén de la Araucanía, la langosta de Juan Fernández y la frutilla blanca de Nahuelbuta”, dijo.
El rescate del patrimonio alimentario, propuesto desde el desarrollo de esta iniciativa, contribuirá además a la implementación de circuitos turísticos en torno a la promoción de prácticas culinarias específicas, que permitan el reconocimiento del valor patrimonial de los alimentos de localidades rurales de Chile.
Por esta razón, dentro de los propósitos del programa, se elaborará un catálogo que servirá como instrumento de apoyo a la difusión de las rutas turísticas a implementar en el marco de la iniciativa, desde la perspectiva del turismo comunitario.
“El producto final de esta iniciativa son materiales de difusión tendientes a promover lo que para Corfo es el área de turismo de intereses especiales, sobre la base de la participación y protagonismo de las comunidades en el resguardo del patrimonio alimentario”, señaló Noelia Carrasco.
Por su parte, Valentina Bianco, coordinadora de proyectos Cono Sur de la Fundación Slow food para la Biodiversidad, destacó esta iniciativa, señalando que se espera que Chile pueda integrarse al proyecto internacional Rescate de patrimonio agroalimentario con tradición de cada país. “Existen actualmente comisiones de rescate en algunos países como México, Argentina y Brasil. A partir de este proyecto se va a constituir una comisión nacional que trabajará investigación participativa sobre alimentos también en Chile”, dijo.
La italiana señaló que el plan es, en primer lugar, rescatar a las comunidades involucradas con la producción y comercialización de estos productos. “Se trata de comunidades de diferentes territorios que promueven el mismo producto. Por ejemplo, en el caso del merquén o la gallina de huevos azules, como Fundación hemos trabajado desde 2004 buscando rescatar las comunidades que estaban protegiendo estas variedades y lograr que se comprometieran alrededor de un protocolo común de rescate y de producción y valoración de sus alimentos locales”, explicó.