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Termina proyecto Innova sobre epidemiología del Daño Foliar del Pino

Fue en 2004, cuando una enfermedad desconocida apareció en plantaciones de pino radiata en zonas costeras de la provincia de Arauco. En el inicio de la enfermedad, los árboles afectados presentaban bandas con una coloración negra en sus acículas (las agujas del pino) aún verdes, continuando su decoloración, lo que terminaba con la defoliación (caída de las acículas).
La enfermedad, a la que se llamó Daño Foliar del Pino (DFP), ya había infectado más de 60 mil hectáreas de plantaciones hacia 2006, pero no fue sino hasta un año más tarde, que se lograría aislar  el patógeno responsable de la patología: un oomiceto, organismo emparentado con los hongos, que se denominó como Phytophtora pinifolia.
Hasta ese entonces, la enfermedad sólo representaba incertidumbres,  varias de las cuales han sido despejadas a partir de un proyecto de más  de tres años, desarrollado por investigadores del Centro de Biotecnología y la facultad de Ciencias Forestales de la UdeC,  con apoyo de Innova Bío Bío,  a través del cual se ha podido avanzar en la caracterización de la epidemiología del DFP y el ciclo biológico de su agente causante (Phytophthora pinifolia).
Los resultados fueron presentados esta mañana,  en el cierre del proyecto,  en un acto que contó con la presencia del decano Manuel Sánchez; del director del centro de Biotecnología, Jaime Rodríguez; representantes del SAG y Conaf; de la Controladora de  Plagas Forestales (CPF) –empresa asociada al proyecto- y de empresas forestales.
El director del proyecto, académico de Ciencias Forestales e investigador del Centro de Biotecnología, Eugenio Sanfuentes, explicó que el objetivo central de la iniciativa fue generar información básica sobre la enfermedad y su causante, con el fin de establecer las bases para un manejo integrado del DFP y contribuir a la reducción de las pérdidas del sector forestal”.
A través de la investigación, se logró establecer métodos de detección y cuantificación del patógeno en distintos tejidos, así como en el ambiente; información básica sobre el ciclo de la enfermedad y biología de P.pinifolia, en condiciones controladas e in situ (plantaciones), así como de la epidemiología (la dinámica de la patología en terreno).
El doctor Sanfuentes explicó que no fue un trabajo fácil, puesto que –dijo-  “esta es una enfermedad desconocida en el mundo”, que sólo se ha registrado en Chile.
De acuerdo a los estudios, las condiciones más favorables para el patógeno son las temperaturas de entre 5 a 30º, siendo importante también la presencia de lluvias.  De hecho, como señaló el investigador,  la acumulación de “mojamiento foliar” en días previos a la aparición de la enfermedad demostró ser un factor relevante en los estudios de campo.
Los trabajos de seguimiento en plantaciones demostraron, además, tener un comportamiento distinto “tanto en el inicio de la epidemia como en intensidad del daño foliar”. Los últimos estudios de campo señalan que en las temporadas 2010 a 2012, la enfermedad se inició entre junio y agosto, con máximos entre septiembre y octubre.
Este resultado, a juicio de Sanfuentes, sugiere la necesidad de ampliar las observaciones en terreno para conocer de manera extendida el ciclo de la patología, incorporando, asimismo, otras variables de análisis, para poder generar modelos predictivos “que permita proyectar con mayor precisión la aparición y desarrollo de la enfermedad”.
Un patógeno controversial

Un aspecto controvertido del proyecto tiene que ver con el origen del P.pinifolia. La tesis más aceptada en los inicios de la enfermedad era que se trataría de una especie introducida en forma reciente al país, pero el investigador señala que como aún éste no ha sido detectado en ningún otro país, dicha opción no es tan clara.
“La otra posibilidad es que este agente haya sido un patógeno, un oomiceto nativo que haya producido algún tipo de hibridación con otros agentes y que sea algún genotipo de este agente (híbrido) el que haya comenzado a causar la enfermedad”.
Esta  es otra de las aristas de la iniciativa que abre puertas a nuevas investigaciones, lo mismo que los aspectos relacionados con el control de la enfermedad, como señala el académico.
En un contexto más amplio sobre la salud fitosanitaria del país, el doctor Sanfuentes asegura que en un mundo globalizado no son extrañas las apariciones de nuevos patógenos.  “Pensamos que es posible que sigan apareciendo hongos, bacterias u otros organismos que pueden atacar a las plantaciones. Es normal que se introduzcan por los mercados, lo que ocurre siempre, pero el origen también puede estar dentro”, advierte.
El investigador afirma que hay que considerar que los organismos son inteligentes, “que evolucionan, pero si se someten superficies gigantescas a un mismo tipo de plantación es probable que el problema sea muy fuerte para determinados organismos o bien que surjan organismos híbridos, como en otros países, u otras combinaciones inesperadas de agentes que puedan atacar nuestros recursos”.
Por eso, dice, hay que estar debidamente capacitados, con conocimientos e instrumentos de diagnósticos adecuados, para hacer frente a este tipo de situaciones.