Poniendo fin a siete meses de trabajo, investigadores de las facultades de Ciencias Forestales y Ciencias Ambientales presentaron los principales resultados del proyecto Diseño de una Infraestructura Ecológica para la Región del Bio Bío.

La iniciativa, encargada a la UdeC por el Ministerio del Medio Ambiente, se centró en la creación de una metodología orientada a identificar sitios prioritarios o de alto valor para la conservación de la biodiversidad y que son relevantes por los servicios ecosistémicos que entregan a la sociedad (agua, espacios de recreación o turismo, productos madereros, etc).

“Pudimos identificar zonas de alto valor ecológico, a través de un método sistemático de priorización de la biodiversidad, en base a indicadores que los actores locales del territorio -investigadores, expertos, representantes de ONGs- seleccionaron como prioridad, de acuerdo a las características de nuestra región que son particulares y estos indicadores se pueden espacializar en base a métricas, que finalmente son datos espaciales de biodiversidad”, señaló la académica de Ciencias Forestales y líder de la iniciativa, Dra. Mariela Núñez.

La investigadora destacó que, afortunadamente, la región dispone de bases de datos “que permiten hacer estudios muy acabados y exactos para identificar estas áreas de alto valor ecológico”. En términos generales, según explicó la Dra. Núñez, gran parte de las áreas de alto valor ecológico de interés para la conservación “están en la zona de la Cordillera de Los Andes, que ha sido declarada reserva de la biósfera por la alta cantidad de bosques nativos que proveen del servicios ecosistémicos de agua”. En contraste, en la zona de la depresión intermedia, “prácticamente no quedan ecosistemas naturales. Ahí los lugares para conservar son muy bajos y al contrario los lugares para restaurar emergen de manera prioritaria”.

De acuerdo a los resultados del estudio, las zonas de la Cordillera de Los Andes, que se convierten en prioridad para la conservación, son San Fabián de Alico, la cuencas superiores Diguillin-Cholguán, Duqueco-Huequecura y Mulchén Renaico, en la Cordillera de Los Andes. A ellas se suman Nacimiento Alto San Lorenzo y Butamalal alto, en la zona de la Cordillera de la Costa.

La académica advirtió que estas zonas no tienen actualmente ninguna figura de protección legal y, en su opinión, “debieran agregarse a la actual cartera de sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad de la Región del Bío Bío a la espera de pasar a constituir formalmente una unidad del Servicio Nacional de Areas Protegidas del Estado, Snaspe”.

Uno de los grandes desafíos de este proyecto -que se espera sea un modelo de trabajo para otras regiones- fue la integración de tres aspectos que normalmente no se trabajan en forma simultánea: la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y las necesidades de restauración.

“En términos del desarrollo de la planificación ecológica, primero se decía biodiversidad; después se consideró importante la provisión de servicios ecosistémicos de esa biodiversidad y luego, como tenemos los ecosistemas tan degradados, se hace indispensable restaurar para recurrir estos servicios (...) En la literatura que revisamos siempre había uno o dos componentes, pero nunca los tres nivel de paisaje y, en ese sentido, nuestra investigación es innovadora al integrar los tres elementos, pero a la vez al evaluar la funcionalidad, porque a veces (los estudios) se quedan en identificar las áreas de valor ecológico pero no ven qué tan conectado quedó el paisaje”, señaló.