La hidroacústica permite estudiar de mejor manera los fenómenos que ocurren bajo los océanos, con un uso menor de recursos. Se utiliza para estudiar fauna marina así como fenómenos naturales, como los terremotos.

La dificultad de esta disciplina está, explicó la doctora Sussanah Buchan, en el análisis posterior de los datos. “Imagina dejar un micrófono un año en esta sala. Te da una gran cantidad de información, pero después quieres saber cuántas veces pasé yo por acá. En ese año quieres buscar solo mi señal acústica. Eso no se puede hacer de forma manual, tenemos que buscar algoritmos y eso no es fácil”. Esto, porque la bioacústica o hidroacústica es una disciplina nueva y todavía no se puede llegar a ese nivel de búsqueda a través de algoritmos. Hoy, la búsqueda se realiza de manera semiautomática, lo que tarda tres a seis meses, en el caso de buscar una sola señal, durante un período de grabación de un año.

De ahí la importancia del taller, pues se necesita más gente capacitada para interpretar y clasificar las señales que se encuentran en el mar. Una decena de investigadores de todo el país fueron invitados a este curso, organizado por la académica del Departamento de Oceanografía, Sussanah Buchan, y dictado además por los doctores Renata Sousa-Lima (Universidade Federal do Rio Grande do Norte); Artur Andriolo (Universidade Federal de Juiz de Fora); Julie Patris (Universidad de Toulon) y Franck Malige (Universidad de Toulon).

El taller se realizará desde el miércoles hasta el viernes de esta semana y cubre una introducción a la bioacústica; electrónica de hidrófonos y sistemas de grabación; diseño de monitoreo; procesamiento de datos; análisis de datos manual; detección y clasificación automática y estadística aplicada a la bioacústica.

Invitados

Este taller se desarrolló en modalidad cerrada, como una forma de probar un primer acercamiento al tema. Se financió a través de fondos Conicyt y se invitó a expertos y expertas, mayoritariamente del área de la Biología Marina. Entre ellos, profesionales de Sernapesca, las universidades de Chile, Católica de Santiago y Católica de la Santísima Concepción y de grupos de inestigación.

Uno de ellos fue Carlos Olavarría, del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas, de Coquimbo. El Ceaza es un centro Conicyt que trabaja hace 15 años en la investigación de la hidrología, glaceología, plantas adapatadas y ecosistema marino de la zona árida. “tenemos un proyecto de investigación en mamíferos marinos en Coquimbo, en Punta de Choros que es un punto de observación de ballenas. Estamos generando mayor cantidad de información científica que permita crear los relatos que los pescadores entregan a los turistas”.

Para ello, explicó, utilizan la bioacústica. “Uno de los problemas para estudiar ballenas es que muchas veces necesitas pasar largo tiempo para observarlas. Por eso estamos utilizando la acústica. Si tenemos hidrófonos para escuchar todo el día no necesitamos que estén los investigadores ahí”. Agregó que desde noviembre hasta la semana pasada tuvieron un hidrófono, sumergido, y que ahora viene el proceso de revisión de datos.

Por lo mismo, aseguró que este taller ha sido muy útil. “Los profesores vienen de distintas disciplinas y tienen diversas experiencias. En ese sentido, ha estado muy bueno. También ha sido positivo conocer a otras personas en Chile que están trabajando en el tema”.