Helena Sifri Habibe fue una de las siete egresadas de la primera promoción de la carrera de Nutrición y Dietética, en 1978, y -por añadidura- Premio Universidad de Concepción. Hoy se encuentra radicada en Estados Unidos, y sus apellidos de soltera los cambió por el de su esposo: Kennedy. Cuenta que cuando se lo presentó a su madre ella preguntó si tenía que ver algo con el famoso presidente estadounidense, a lo que él respondió: “No mamá, yo soy de los Kennedy pobres” y ella acotó: “No importa, igual te voy a querer”.
Según relata, a los trece años visitó a unos parientes en EE.UU. y desde entonces siempre supo que ese era el país en el que quería vivir. Así, todavía con esa idea en mente, y pese a la resistencia de su madre, ingresó a la recién abierta carrera de Nutrición y Dietética –la UdeC era la única casa de estudios que dictaba esta carrera en la zona- respecto de lo cual rememora que “no se conocía muy bien el papel del nutricionista, en ese tiempo se le veía como a una suerte de cocinera con título”.
Ya en 1978, con su título de nutricionista en una mano y el Premio Universidad en la otra, comenzó lo que sería su vida ligada a la nutrición. Trabajó para una empresa local que se encargaba de entregarle los menús a los jardines infantiles de la Junji en la Octava Región, trabajo que encontró gracias a los contactos de sus propios profesores. “Era una empresa no muy grande y cada socio se dedicaba a desarrollar los alimentos que se entregaban en los establecimiento educacional. Lo malo fue que cuando los socios comenzaron a tener problemas entre ellos la empresa dejó de funcionar”, cuenta Helena.
Pero la trayectoria de esta destacada profesional sólo comenzaba ahí, pues luego empezó a trabajar para Marriott, primero por media jornada y luego tiempo completo, siempre pensando que en una empresa así podría salir a perfeccionarse al extranjero. Junto con ello realizó un magister en Nutrición Humana, dictado por el INTA, de la Universidad de Chile. Ya en 1984, y gracias al apoyo de su padre, pudo ir por lo que en un comienzo sería un mes de vacaciones a Estados Unidos. “Tenía familiares allá que sabían que yo quería hacer mi carrera en ese país, entonces ellos me guiaron. Empecé con cursos de Inglés y luego tuve que estudiar en la Universidad de Fresno en el programa para estudiantes extranjeros, para poder ser aceptada por la entonces Asociación de Dietistas Americanos (actual Academia de Nutrición)”.

[caption id="attachment_10876" align="alignleft" width="300" caption="Helena Sifri, junto a su profesora Eliana Durán en las afueras de la Facultad de Farmacia"][/caption]
Para Helena fueron tiempos difíciles, entre otras cosas porque tuvo que adaptarse a una sociedad completamente distinta a la nuestra, además de tener que trabajar en distintas cosas para poder pagar la Universidad. “Reconozco que en un momento quise dejarlo todo y volver a Chile, todo era muy difícil”, recuerda. Sin embargo, todo cambió cuando conoció a su esposo, Kevin Kennedy, un periodista que le robó el corazón y que le entregó toda una red de contención emocional que le permitió seguir trabajando duramente por conseguir sus metas. “La gente cree que es fácil irse del país, cree que es sólo tomar la decisión, pero es mucho más, hay que estar preparado emocionalmente para enfrentar lo que viene”, opina la nutricionista.
Una vez terminado su internado, casada y ya con su primera hija en brazos, Helena Kennedy comenzó a trabajar educando a los ‘seniors citizens’ de Fresno. Ideaba juegos para que los adultos mayores aprendieran los conceptos más importantes en términos nutricionales. De ahí pasó a trabajar en el Kings River Community College, como directora del programa de nutrición para los estudiantes y los académicos. Cuenta que su trabajo como directora de este programa le sirvió para avanzar en su carrera. Más adelante su experiencia la llevó a dirigir el programa de Fresno City College de Educación nutricional para los niños, el Healthy and Active Preschoolers, un centro que se nutre, entre otros, de los fondos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que financia instancias como estas para mejorar y cambiar –entre otros aspectos-, los índices de obesidad en Estados Unidos.
Para Helena, la formación que obtuvo en la Universidad de Concepción no tuvo nada que envidiarle a ningún otro lado: “creo que los profesionales de esta rama se titulan con grandes conocimientos y muchas habilidades, las que finalmente le permitirán trabajar donde quieran”, comenta.
Por otro lado, la realidad de la obesidad, no sólo en Estados Unidos, sino que a nivel mundial, es una tremenda posibilidad –y preocupación- para los nutricionistas, quienes deben integrar en sus conocimientos las habilidades de educar en lo que es bueno para la salud. “No puede ser que la alimentación de un niño comience en las mañanas con una bebida”. ejemplifica. Esta nutricionista cree que la clave está en la educación de los preescolares y en sus padres, para poder revertir las escalofriantes cifras de obesidad entre los preescolares (1 de cada 3 es obeso) y en adultos, donde siete de cada diez sufre de obesidad.
"Lo que me parece increíble -reflexiona- es que cuando egresé de mi carrera de lo que nos preocupábamos era de la desnutrición y trabajábamos para mejorar y aumentar la alimentación de estas personas, pero hoy lo que nos preocupa es todo lo contrario".