Por muchos años, el esqueleto de La ballena,  hito que hoy marca la entrada a la facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas,  fue el símbolo del Museo de Zoología de la UdeC.
Colgado desde el techo, gobernaba la exposición permanente de las colecciones, situada en el tercer  piso de la Facultad. Estación obligada de quienes transitan por el hall del  departamento de Zoología, allí se puede ver una selección de aves chilenas, sus nidos y huevos; peces, crustáceos, roedores, anfibios, reptiles, desafiando al tiempo desde las vidrieras que los contienen y vigilados de cerca por el rígido puma concolor embalsamado.
Pero todo aquello es apenas una muestra del valioso patrimonio científico de que dispone la UdeC en esta área. Hoy, con sus 36 colecciones, el Museo concentra más de 500 mil ejemplares, que representan poco más de 15 mil especies de todos los grupos zoológicos.
Curador histórico de las colecciones, el Profesor Emérito Jorge Artigas dice que en sus inicios más que museo era un laboratorio de zoología agrícola, que funcionaba en el Arco de la Universidad, al alero de facultad de Agronomía, que entonces pertenecía al Campus Concepción.  Allí, dice, comenzó la recolección de material, con especial acento en las plagas.
Sin embargo, la historia oficial de este Museo comenzó a configurarse en 1955, con la creación del departamento de Zoología en el entonces Instituto Central de Biología. El primer material incorporado fue una pequeña colección de peces y parásitos humanos (36 ejemplares) colectados por el doctor Ottmar Wilhelm en Isla Pascua y en su trabajo como  parasitólogo del Instituto de Biología.  A ésta se sumó, el mismo año, un insectario de 185 ejemplares aportados por el doctor Artigas, en ese entonces profesor de Agronomía. La orientación original del museo fue la creación de una colección de referencia de animales de importancia para la agricultura y la salud, pero poco a poco fue ampliándose hacia todo tipo de especies.
El doctor Artigas cuenta que el primer período, cada año se realizaba una expedición científica para recopilar nuevo material (fueron 26 en total). “Íbamos con profesores y alumnos… recolectábamos de todo”. Después, agrega, las colecciones fueron ampliándose de acuerdo al trabajo y los intereses de los profesores de distintas especialidades.
Este patrimonio se ha acrecentado a lo largo el tiempo a través de la adquisición de colecciones, ya formadas,  por parte de la Universidad, entregas en comodato o donaciones, y la incorporación del patrimonio propio de los investigadores universitarios.
Además de su valor patrimonial, lo que –a juicio de Artigas- distingue a la  colección zoológica  es el orden y la seriedad con que se ha abordado el proceso de identificación de sus ejemplares, que en la filosofía  de este Museo representan un testimonio objetivo y real del estado de evolución de su especie en un tiempo y espacio determinados.
Estantes móviles
Hasta 2007, el Museo ocupaba en el tercer piso de la Facultad. Concluida la ampliación del edificio, en junio de ese año, la mayor parte del mismo (especialmente las colecciones) se trasladó al quinto piso del ala nueva, donde cuenta con dependencias para el curador y el personal técnico, además de una amplia sala de unos 190 metros cuadrados, donde se sitúan una serie de  muebles y cajoneras que ocupan las colecciones, en un sistema full space, donde los ejemplares no se aprecian como en la exhibición permanente pues todos, debidamente etiquetados, se guardan en bandejas, dispuestas en muebles móviles, que se deslizan sobre rieles para aprovechar al máximo el espacio.
El profesor Artigas se mueve con facilidad por los estrechos pasillos que surgen al mover uno y otro mueble. Abre una bandeja que exhibe un sinnúmero de insectos, colectados hace años, y que sólo un ojo experto puede reconocer.
Desde arriba, algún mamífero o ave embalsamados –que para su fortuna no están condenadas al encierro- parecen vigilar la escena.
Este museo, que ha sido soporte por años de las más variadas investigaciones y apoyo a la formación de generaciones de profesionales y graduados, es reconocido en las publicaciones por las siglas INCO, MZUC y UCCC. Debido a un conflicto, por la segunda sigla, con el Museo de Zoología de Calgary, internacionalmente se conoce como UCCC; pero en la actualidad para evitar confusiones, todo el material que se estudia en el museo es citado con el acrónimo MZUC-UCCC.
Pero no son sólo los universitarios locales los que pueden acceder a la valiosa información que resguarda este recinto,  puesto que está abierto a investigadores de otras latitudes, a través de préstamos. Y también recibe material de otros lugares. El movimiento es permanente, acota el curador.
Un gran libro dispuesto en el recinto da cuenta de los ingresos de cada uno de los ejemplares: es el segundo. El primero guardado en un área cercana a los estantes muestra la fecha en que comenzó este registro. El número 1, fechado el 23 de octubre de 1963, corresponde a Littoridina cumingii, una especie del gran grupo de los gastrópodos (caracoles) que fue localizado en Lenga.
Cada ejemplar tiene un registro, una suerte de ficha con información sobre el lugar en que fue encontrado y quien lo colectó -entre otros datos que lo describen- que han sido ingresados a una base de datos que, como adelantó el doctor Artigas, en el transcurso de este año va a ser abierta a todo el mundo, haciendo de estos recursos un patrimonio internacional.
Algunas colecciones
Aves: La colección cuenta con 2.375 ejemplares, representando 353 especies más 2.895 huevos. Incluye las colecciones particulares Sergio Barros, incorporada en 1962; Pedro Ramírez (1966) y Padres Franceses (1978).
Insecta: Se trata de una colección  de relevancia internacional, que contiene más de 400 mil ejemplares correspondientes a 9.655 especies, principalmente chilenas y neotropicales. Aquí se cuentan la colección fundacional aportada por el doctor Artigas; y las de Ramón Gutiérrez (1958), Jaffuel y Pirión (1971), Manfredo Fritz (1982), entre otras.
Mammalia: Consta de 1.899 ejemplares de 231 especies en forma de pieles, embalsamado natural, esqueletos y cráneos. Importantes son aquí las colecciones de roedores de Dieter Reise (1975) y de pequeños mamíferos de Guillermo Mann (1977).
Mollusca: Incluye 28.023 ejemplares representativos de 1. 457 especies. Fue iniciada por el profesor José Stuardo y fue acrecentada por él mismo y el investigador Claudio Valdovinos.
Peces: Dispuestos en frascos con alcohol o formalina, son más de 8 mil ejemplares (430 especies). Fue iniciada por el doctor Ottmar Wilhelm (1955), ampliada luego por André Hulot (1958) y más adelante por el profesor Víctor Ruiz.  Esta colección  fue severamente dañada por el terremoto, por lo que fue reordenada, para lo cual se habilitó un subterráneo con modernos estantes de fierro.
Reptilia y Amphibia:  Iniciada  por la colección Roberto Donoso-Barros, cuenta con 7.798 ejemplares (485 especies) y ha sido acrecentada y estudiada por el profesor Juan Carlos Ortiz.
Si quieres ver una excelente galería fotográfica del Museo de Zoología, visita la página de Facebook PatrimonioUdeC y revisa las imágenes captadas por César Arroyo.