El ingeniero civil biomédico de la UdeC Roberto López, conoce por experiencia las molestias del bruxismo nocturno. Es una de las miles de personas que sufren de esta afección que, dice, va en aumento.
De ahí nació su interés por estudiar este trastorno muscular, que se caracteriza por un movimiento involuntario de la zona mandibular, que se traduce en una compresión excesiva y/o rechinamiento de los dientes y que, dependiendo de la edad, puede afectar a entre un 5 al 36% de la población.
Sus efectos son variados. “A corto plazo conlleva dolor y fatiga muscular de los músculos implicados en la masticación, en especial el músculo masetero y temporal anterior; mala calidad de sueño, dolores de cabeza y dolores de los músculos del cuello. A largo plazo provoca daño y disfunción de la articulación temporo-mandibular (ATM), daños importantes en la estructura del periodonto, desgaste dentario que puede llegar a fractura, y en algunas personas esto puede provocar recesión de las encías”, explica el joven profesional, quien actualmente se encuentra finalizando el Magíster en Ingeniería Eléctrica.
En su tesis de pregrado Roberto abordó el tema, estudiando los efectos de la estimulación eléctrica sobre los nervios sensitivos inhibitorios, especialmente dirigida al nervio metoniano, que está implicado en el movimiento de la mandíbula.
Ahora, en su investigación de postgrado, se encuentra abocado al desarrollo del prototipo de un equipo para probar la eficacia del método estudiado previamente (el biofeedback mediante estimulación eléctrica) en la reducción de la intensidad de los eventos vinculados al trastorno, trabajo que fue seleccionado en la última convocatoria del concurso de apoyo a la realización de tesis de Innova Bío Bío, que le otorgó recursos por un millón y medio de pesos.
El estudiante -que trabaja bajo la guía del investigador Pablo Aqueveque-  indica que a través del biofeedback por estimulación eléctrica, el equipo detecta los eventos (de apretamiento o rechinamiento de los dientes) mientras las personas duermen,  registrando la actividad eléctrica del músculo temporal anterior, que –explica- es uno de los más importantes en la elevación de la mandíbula.  Esto se hace a través de electrodos superficiales que se sitúan en el rostro de la persona.
Al captar la actividad muscular, el equipo envía un tren de pulso (una señal eléctrica) “que con cierta amplitud y frecuencia, puede activar las vías nerviosas sensitivas inhibitorias que están en la cara”, señala el profesional.
“Al activarse estas vías nerviosas –agrega- se induce una desprogramación de este sistema que se encuentra sobreestimulado”. El efecto esperado es que se produzca una disminución del nivel de contracción de los músculos que elevan la mandíbula, que –explica- “son los que están sobreestimulados cuando ocurre el bruxismo”.
El prototipo consta, básicamente, de un circuito de acondicionamiento de la señal electromiográfica, microcontroladores que contienen el algoritmo de detección del bruxismo y un estimulador, que es el que envía la señal inhibitoria hacia los músculos implicados en el trastorno (en este caso, el  nervio mentoniano).
El ingeniero cuenta que el equipo debiera estar terminado en el lapso de un mes, para iniciar las pruebas con personas dentro de los próximos dos meses, de modo de concluir su trabajo durante el primer semestre, con un prototipo validado, que demuestre que existe una disminución de los eventos.
En todo caso, tiene claro que continuará con este trabajo, de modo de mejorar el prototipo con el fin de construir un equipo más pequeño y portable, que pueda ser utilizado por las personas en sus casas.