Un aumento de ocho puntos en la tasa de retención registró, en su primer año de implantación, la nueva estructura curricular de las asignaturas de ciencias básicas para  las carreras de Ingeniería, que pasaron de un régimen anual a uno de módulos trimestrales.
El salto del 65 al 73% en los niveles de retención fue el resultado de un plan desarrollado como parte de un proyecto Mecesup (UCO 607), bajo la coordinación de la Facultad de Ingeniería, cuyo objetivo fue nivelar el desempeño de los estudiantes del área en su primer año de estudio.
En ese mismo objetivo, la Facultad presentó un nuevo proyecto,esta vez destinado a implementar el  Centro de Apoyo para el Aprendizaje en Ciencias Básicas para Estudiantes del Primer Año de Ingeniería Civil (UCO 117).
En plena ejecución de la iniciativa –que cuenta con aportes por 100 millones de Mecesup, más otros 20 de la propia Facultad- a fines de marzo concluyeron las obras de remodelación del espacio que ocupará el Centro en el tercer piso del Edificio Tecnológico Mecánico.
Son aproximadamente 200 metros cuadrados de superficie,  en la cual los estudiantes dispondrán de espacios para estudiar, zonas de tutorías y laboratorios de computación, señala el director del proyecto, el académico Eduardo Salazar.
La idea, agrega, es que los alumnos se ambienten de manera temprana en el trabajo de sus asignaturas, para lo cual contarán con el apoyo de estudiantes monitores y de tecnologías avanzadas (software específicos de Matemáticas, Física y Química), de modo que puedan mantenerse en la Universidad y que las carreras mejoren sus tasas de retención.
La Facultad se encuentra trabajando en  la implementación del equipamiento y mobiliario con el fin de habilitar el centro –aunque sea de forma parcial, señala Salazar- a partir de mayo.
Experiencia  UTEP

Colaborador en ambos proyectos ha sido el académico de la Universidad de Texas El Paso, UTEP (Estados Unidos),  Benjamín Flores, quien esta semana visita  la Facultad de Ingeniería para apoyar algunas acciones relativas a la implementación del Centro.
Como parte de sus actividades, ofreció una conferencia en la que compartió la experiencia de su Universidad en programas de apoyo académico a los estudiantes, que  -como dice- existen desde hace más de 20 años.
Flores resalta el valor de estos sistemas de apoyo en una universidad como la suya, de carácter público y “de acceso libre, lo que quiere decir que los puntajes de los exámenes de admisión no son tan relevantes”. Por eso, la casa de estudios debe hacerse cargo de una serie de falencias que se explican porque –dice- se trata de muchos jóvenes que son primera generación en ingresar a la educación superior.
“Típicamente las actitudes de las familias que tienen padres egresados de una universidad  son muy distintas a las de familias cuyos padres no han tenido la oportunidad de una educación superior”, señala. Entonces, añade, los puntos de apoyo familiares no necesariamente fortalecen el desempeño de esos estudiantes que por primera vez llegan a la universidad y para quienes ésta representa una oportunidad de movilidad social.
“Tenemos una función porque somos una institución regional, por tanto para nosotros es importante dar apoyo a nuestros alumnos”, afirma, a la vez que explica que este soporte  -que se entrega a las carreras del área de la ingeniería, las ciencias y administración- no sólo se da en el plano estrictamente académico, sino que cubre muchas otras facetas.
Los resultados se reflejan en varios frentes. “Lo vemos en términos de rendimiento académico, mejoras en las notas. Las tasas de retención y titulación van aumentando con el tiempo, los alumnos obtienen mejores salarios en sus trabajos”, dice el doctor Flores.
Justamente el modelo de la UTEP es una de las referencias que han tenido los proyectos de la UdeC.
El profesor Eduardo Salazar señala que en el desarrollo de la primera iniciativa se conocieron diferentes experiencias en instituciones que trabajan el problema de la nivelación en primer año. “Una de ellas fue la UTEP, donde observamos lo que ellos hacen;  sus metodologías y formas de trabajo,  sus implementaciones. De ahí surgieron muchas ideas que cristalizaron en el plan que se propuso acá”, señala.
Muchos de esos aspectos están expresados en la propuesta del Centro que, de acuerdo al académico, tendrá como potenciales usuarios a unos mil estudiantes, que corresponden a los 800 que ingresan cada año, más los que repiten asignaturas.
Trabajando con los pares
Durante su visita, el profesor Flores condujo talleres de capacitación dirigidos a los estudiantes de cursos superiores que actuarán como tutores del Centro.
Para Flores, el hecho de que los estudiantes sean acompañados por pares es un factor crucial, porque la cercanía es mayor  y porque la comunicación entre iguales se da mejor. “Mientras menos canas tenga el profesor,  mucho mejor”, dice.
Salazar acota que en esta relación con el tutor, los estudiantes de primer año podrán conocer la experiencia de sus pares y darse cuenta de que, al igual que sus compañeros de cursos superiores, ellos también pueden pasar las distintas etapas del plan de estudios. Por otro lado, agrega, el Centro representa una oportunidad para que los propios alumnos de primer año pueden compartir y ayudarse mutuamente, aprovechando las capacidades del que ha aprendido algo más.
A la vez, señala Flores, el hecho de que el Centro esté situado en dependencias de la Facultad, les permitirá crear un lazo de pertenencia;  algo relevante ya que durante el primer año, las clases se dictan  en edificios  de aulas  y los profesores pertenecen a otras unidades académicas.