Más de cuarenta años de servicio son los que han cumplido algunos de los 53 trabajadores de la Universidad de Concepción que a diciembre del 2018 estaban en condiciones de acogerse a jubilación. De ellos, más de 30 optaron por el retiro, no sin pena por dejar la institución que los acogió durante décadas y los apoyó de manera permanente a ellos y sus familias.

Así lo expresaron tres funcionarios que se preparan para emigrar y que coinciden en que la Universidad de Concepción fue mucho más que un espacio de trabajo.

Miguel Rivera Romero, auxiliar mayor de la Facultad de Ciencias Químicas, se ha desempeñado durante 37 años en la Universidad, cumpliendo diversas tareas y donde el eje de acción siempre fue el respeto y compromiso con la labor diaria.

Compromiso, dijo, que fue retribuido por la institución a lo largo de los años. “No se trata solo de que pueda tener una renta vitalicia al jubilar, que es un respaldo económico muy grande, también mis hijos pudieron estudiar con becas. Y cuando me ocurrió alguna desgracia, como pasó para el terremoto o cuando estuve enfermo, tuve el apoyo de toda la gente, para recomenzar”, subrayó.

“Con todo lo que me ha entregado la Universidad, me voy más que agradecido. He sentido lo que es ser parte de la familia universitaria y eso no tiene precio”, acotó.

Juanita Sanhueza en sus inicios en la UdeC, en el año 1975, trabajó en el Depto de Contabilidad, en la Casa Central, y desde hace 30 años aproximadamente se desempeña en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Durante estos años concilió su trabajo y maternidad y tiene claro que sin el sistema de Bienestar de la Universidad, habría sido muy distinta su trayectoria laboral.

“A mis tres hijos los crié en la Sala Cuna de la Universidad. Luego, crecieron y se educaron acá, con el respaldo que daban las becas y que permitía que estudiaran varios a la vez”, expresó.

De igual forma, beneficios como la Renta Vitalicia son un gran complemento para los funcionarios más antiguos, acotó: “Sobre todo, porque a los 65 años uno no es tan mayor y puede iniciar algún nuevo emprendimiento”.

Destacó, además, el apoyo constante para los funcionarios que enfrentan esta nueva etapa de la vida. “Eso es importante, porque hay mucho afecto involucrado. Es toda una vida. Es como dejar a una familia, muy querida”, recalcó.

Opinión similar expresó el profesor asociado del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Facultad de Medicina, Heriberto Araneda. Con 43 años de servicio, destaca entre todos los beneficios que otorga la Universidad, el apoyo que tuvo para poder perfeccionarse en el extranjero.

“Yo me gané la Beca Enrique Molina y estuve tres años y medio en Estados Unidos haciendo un doctorado y durante ese tiempo tuve una ayuda económica invaluable de la Universidad, que me permitió estudiar con tranquilidad, junto a mi señora y mis tres hijos. De todos los beneficios que entrega la institución, ese es mi mayor agradecimiento”, señaló.

“El Bienestar de la Universidad busca ser un apoyo, económico y social, durante la vida funcionaria y también implica acompañar el proceso de jubilación y envejecimiento activo de nuestros trabajadores, en una etapa que no significa necesariamente irse a la casa, sino asumir otra etapa de la vida”, precisó Soledad Villarroel, Jefa de la Unidad de Desarrollo Social de la Dirección de Personal.

Los trabajadores destacaron medidas como la rebaja arancelaria a hijos de funcionarios, bonificaciones a las prestaciones médicas, la Renta Vitalicia para los más antiguos, la Sala Cuna, los espacios de recreación y esparcimiento, pero, sobre todo, el apoyo integral, en variados ámbitos, y que incluye beneficios para ellos y sus familias.

“Acá se puede construir familia, con tranquilidad y proyección laboral, y también uno forma parte de la gran familia universitaria”, resumió el profesor Heriberto Araneda.

Comunicaciones VRAEA