Desde que nacemos, estamos constantemente expuestos a diversos tipos de metales que, por diversas razones, ingresan a nuestro organismo. Algunos cumplen funciones fisiológicas necesarias para la vida, como el hierro y del zinc. Pero otros, tales como plomo, vanadio y aluminio, aprovechan los mecanismos de transporte de los anteriores acumulándose en el cuerpo, incluso para toda la vida, con efectos negativos para la salud.

Según el experto de la Universidad Médica de Gdank (Polonia), Andrzej Szutowicz, aún hay desconocimiento y confusión en el rol que cumplen los metales dentro del organismo. “Existen algunos, como el hierro y el zinc, que son absolutamente necesarios para que nuestro cuerpo pueda respirar y sintetizar algunas proteínas, incluso sin ellos podríamos morir”.

Sin embargo, señaló el experto, “simplificar las explicaciones, para hacerlas accesibles al público, mueven a error, como lo que ocurre en el caso del aluminio”. Este elemento se ha vinculado desde hace años a enfermedades como el mal de Alzheimer; sin embargo, el académico dice que “no hay que alarmarse….todo lo que se consume con sentido común, no es dañino”.

Szutowicz estuvo de visita en la UdeC en el marco del proyecto Fondecyt “Estudios sobre los efectos estructurales inducidos por compuestos inorgánicos, drogas terapéuticas y extractos de plantas nativas en membranas celulares”, que dirige el doctor Mario Suwalsky, oportunidad en que dictó la conferencia “Metales en enfermedades neurovegetativas del cerebro”.

Relación entre metales y Alzheimer

Al hablar de la supuesta relación entre el consumo del metal y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, Szutowicz afirma que la evidencia es siempre circunstancial: “depende de nuestro conocimiento”.
En la década de 1950 se hablaba de la toxicidad del aluminio y estaba casi comprobado de que causaba neurodegeneración. “Ahora estamos seguros que la relación entre el aluminio y estas patologías se da en personas con problemas renales que son dializadas”.

En el desarrollo del Alzheimer interviene una proteína muy importante, la beta-amiloide, presente en todos nosotros, pero que en personas con dicha enfermedad está sobre expresada. “Aún así se sabe que en la enfermedad de Alzheimer existen altas concentraciones de aluminio, pero no significa éste sea la causa... a lo mejor es un efecto de la enfermedad ya que el cerebro estaría imposibilitado de excretar el exceso de este metal”, opina el polaco.

En este punto, el doctor Mario Suwalsky admite que existen controversias entre su visión y las de su par polaco. “De hecho lo que él propone no está de acuerdo con nuestros propios experimentos, que muestran una clara relación entre el aluminio y el incremento de la toxicidad del péptido beta-amiloide, resultado que podría vincularse con dicha patología”.

Suwalsky cuenta que en su proyecto estudian las formas en que diferentes moléculas de trascendencia biológica impactan en la membrana celular. “Cualquier alteración de la membrana afecta la célula. Lo que estudiamos es cómo diferentes metales, drogas terapéuticas y extractos acuosos de plantas nativas afectan a la membrana”.

Para que un fármaco pueda ejercer su acción terapéutica necesariamente actúa sobre la membrana célular, señaló Suwalsky, debe pasar a través de las membranas, que tienen receptores y que son los abren el paso para que esta droga haga efecto. “Por otra parte, prácticamente todas las drogas tienen efectos tóxicos. Un claro ejemplo son las utilizadas para tratar el cáncer, que son tremendamente dañinas, pero la enfermedad es peor”, explica.

Suwalsky y Szutowicz en el pasado han realizado publicaciones conjuntas, en relación a los efectos del zinc. En la actualidad están centrados en los estudios sobre el vanadio. “Es un metal que parece raro, pero que en realidad no lo es y tiene diversos efectos tóxicos”, comenta el Dr. Suwalsky.