Por más de medio siglo, el escudo mosaico ubicado bajo el Arco de la Universidad ha recibido a las miles de personas que traspasan el pórtico del principal acceso al Campus para incorporarse a sus actividades diarias o para visitar y disfrutar sus jardines.
Y, por supuesto, todos quienes conocen la tradición se cuidan de no pisarlo, básicamente por el mito arraigado en los estudiantes, en orden a que caminar sobre él encierra el riesgo de no egresar de la Universidad. Sin embargo, desde mayo ello es prácticamente imposible, pues el área que lo circunda está cercada, debido a que el principal emblema de la UdeC se encuentra sometido a una profunda reparación, que considera reponerlo por completo, especialmente respecto de las piezas que se han ido perdiendo, según explica el Director de Servicios de la universidad, Franz Dechent.

El directivo explica que el área de restauración abarca 16,9 metros cuadrados de mosaicos, los que están en manos de la artista chillaneja Ximena Quiñenao, quien debió conseguir el material para refaccionar el escudo, una dificultad no menor, puesto que las cerámicas comunes que se encuentran en el mercado tienen un espesor más bajo –normalmente de 3 milímetros-  de lo que se requiere para este tipo de trabajos. Además, como cuenta la artesana, los colores necesarios tampoco estaban disponibles. Finalmente logró dar con los materiales adecuados, unas cerámicas italianas (de 6 Mm.) que –dice-  sólo las importa una empresa de la capital.
Salvada esta primera dificultad, la artesana comenzó su trabajo haciendo una copia a mano del escudo, en tamaño real, siguiendo los trazos de cada una de las piezas.
Con esa plantilla, que llevó a su taller en Chillán, cortó pieza por pieza –más de 10 mil-  de forma idéntica al modelo original, tarea que le tomó 20 días; mientras en la Universidad se preparaba la base de soporte del escudo.
Apoyada por sus ayudantes de siempre, Viviana Silva y Franco Guzmán, Ximena comenzó el montaje de las piezas que vienen preensambladas desde su taller.  Así, poco a poco el escudo, comienza a dibujarse nuevamente en la entrada del Arco de la Universidad, bajo la atenta mirada de quienes día a día observan el progreso del trabajo.
Una autodidacta
Autodidacta en su oficio, Ximena Quiñenao recuerda  que empezó a hacer mosaicos, en su casa, como un hobby. ”La primera vez que trabajé (en esto) fue con cerámica común, a martillazos”. Con los años ha ganado una amplia experiencia en este arte: ha realizado 5 murales mosaicos -el más grande de 30 metros cuadrados- entre los que se cuenta el escudo de la Municipalidad de Santa Bárbara, situado en la plaza de la ciudad.
Desde hace 8 años cuenta con una tienda especializada en Chillán, imparte clases de mosaico y sus obras aparecen en la Revista Materia Prima.
Cuenta que en estos días le han preguntado frecuentemente si tiene alguna vinculación con la Universidad. Y no la tiene, pero ha comenzado a darse cuenta de lo importante que es el escudo para los universitarios.
No son pocos los que se han detenido para interrogarla  por su labor, por el tiempo que demorará, e incluso para pedirle algún trozo de las cerámicas originales.
Lo que más le ha llamado la atención es la pregunta recurrente  de si ahora se acabará “la maldición”, esa que habla de que el escudo no se debe pisar y que ella desconocía.
Las tarea de restauración –que debiera concluir el 25 de junio, si las condiciones climáticas lo permiten- han sido debidamente documentadas desde el comienzo por el egresado de Artes Plásticas, Carlos Navarrete.
Luego de terminado el escudo bajo el Arco, la artesana construirá otros a escala con las piezas del original, cuyo destino –como adelanta el director de Servicios- aún está en estudio.