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El Padrino a 40 años de su estreno, una mirada de académicos

Dicen que quien no la ha visto no ama el cine. Con cuarenta años desde su estreno que se cumplen este 15 de marzo, reestrenada en cines y elegida entre las mejores películas de todos los tiempos, El Padrino (dirigida por Francis Ford Coppola) traspasa generaciones, fascinando por sus personajes, el ritmo de su relato, y, por supuesto, las historias de poder y de venganza.

La historia, basada en el más célebre libro del escritor italoestadounidense Mario Puzo (también guionista en la película), tuvo la virtud de mostrar por primera vez y de manera cruda, el mundo del crimen organizado, incluso añadiéndole un cierto glamour que se le criticó en su tiempo, pero es mucho más que un filme de gángsters:"es una película que explora temas universales, que son parte de la esencia del ser humano, como la venganza, el poder, la familia y el honor. Este tipo de temáticas son y serán interesantes para la gente hasta el día en que dejemos de existir”, comenta el jefe de carrera de Periodismo de la UdeC Fernando Venegas, quien también  destaca el nivel artístico y técnico que “roza en la perfección. Las actuaciones son soberbias, muy sobrias además, pues no caen en lo melodramático y la fotografía acompaña de excelente forma la historia”.

Desde el punto de vista de la construcción fílmica, el académico apunta que hay momentos de edición memorables, “como el montaje en paralelo en la secuencia del bautizo que, además, a nivel de guión es magnífico, ya que vemos al personaje de Michael (el hijo del patriarca, Vito Corleone) tomando un juramento que es completamente contrario a las acciones que se están desarrollando y que han sido ordenadas por él mismo”.

Para el escritor Tito Matamala, también académico de Periodismo de la UdeC, El Padrino responde a cabalidad a la definición de un clásico, pues “nunca se agotan sus interpretaciones y cada vez que uno la ve encuentra más detalles, más datos, o una forma distinta de entenderla. Te atrapa como una teleserie: quieres verla varias veces, las tres partes, para establecer los vínculos y ver qué ocurre hasta con el más secundario de los personajes”.

Magíster en Literaturas Hispánicas, el docente agrega que como todo clásico, esta obra es inmune al tiempo: nada envejece porque –afirma- nada fue puesto ahí para una acción efectista.

“El padrino es una fábula moderna, la representación de la forma en que funciona la sociedad occidental imbuida en el mercado. No es una historia de mafiosos, o lo es sólo en la superficie: El Padrino habla de la economía, de la ambición, de la disciplina en el trabajo”, dice.

Dentro de sus escenas favoritas de las tres películas de “la familia” Matamala elige aquella en que el hijo del patriarca de la familia Corleone, Michael (Al Pacino), se dispone a matar a Sollozo: “una vez que ha ido al baño a buscar el revólver, muestra cómo cambia su semblante: el hombre bueno, el universitario, el héroe de guerra, pasa de pronto a ser la maldad encarnada. Michael lo consigue todo, pero a un costo elevado”. Michael –agrega- no puede eludir su destino y pasa a comandar a la familia.

Lo que pasa con Michael es -para Fernando Venegas- una historia vista muchas veces: “el joven que intenta huir de su destino, de su misión en la vida, pero que las circunstancias terminan empujando a asumir su verdadero rol, en este caso dirigir a la familia. De alguna forma estamos frente a una historia tanto de redención como de condena, vemos a un personaje que acepta su pasado, su familia, pero que lógicamente se termina transformando en algo que era de lo que estaba huyendo”.

Todos queremos ser como él

¿Quién, en un tono de advertencia velada hacia otro, no ha jugado a imitar la voz y el gesto del patriarca de la familia Corleone, Vito (en su edad adulta), inmortalizado por Marlon Brando en el primer film?

“Cuando compro frutas en un puesto del centro, recuerdo la escena de la  película en que al padrino no le cobran las naranjas. El tendero se las regala. Uno quisiera ser como él justamente por el poder que tiene, y  por la magnanimidad que manifiesta con quienes le son leales. El padrino nunca pide favores muy grandes a cambio de su ayuda. Por ejemplo, la  secuencia de la cabeza de caballo en la cama del productor de cine, Woltz, a la larga deriva en que a Johnny Fontane le piden cantar algunas veces al año en los casinos que pretender controlar la familia”, dice Tito Matamala.

En términos más generales, el profesor Venegas señala que no deja de ser interesante que siendo un film de antihéroes –desde Vito hasta Michael son mafiosos, dice- “aún así nos identificamos con ellos y deseamos que triunfen”.

La poderosa mafia

Para el sociólogo de la UdeC Manuel Antonio Baeza, la gran repercusión que la película tuvo en su momento se debe a que, en cierto modo, el film parecía poner en evidencia un tipo determinado de asociaciones secretas como es la mafia.

El docente agrega que estas sociedades, que eran poco o nada conocidas para el común de los ciudadanos en la época, “despiertan per se una curiosidad en el público. Pero si a ello se agrega algo así como el morbo por lo delictual, por lo prohibido, el filme El Padrino tenía asegurado su éxito…”.

El académico hace una diferencia en la exploración del mundo del crimen con películas anteriores, de corte policial, donde el acento estaba puesto en “casi siempre una demostración del lado virtuoso de la vida social,  el de la ley. El Padrino proponía atravesar la línea imaginaria de la frontera entre el bien y el mal, para observar a estos seres humanos, al fin y al cabo,  que delinquían con un sólido argumento ético en torno a las lealtades, a las solidaridades internas, que de pronto emergían ante la mirada de los espectadores al otro lado de la frontera”.

Sobre la vigencia de este film, Baeza señala que “lo viejo” permanece cuando sigue interpelando la conciencia de mucha gente, en este caso de los amantes del buen cine”.  El académico piensa que tal vez hoy no exista el mismo interés por las asociaciones secretas que tuvo la película al momento de su estreno y que, probablemente,  temas como la lealtad y la solidaridad no tengan el mismo sentido, “pero tal vez el morbo frente a la acción criminal sea el mismo y, sobre todo que la enorme actuación de Marlon Brando siga siendo valorada como merece”.