Una revisión de sus obras emblemáticas, su visión de la profesión y la forma en que se enfrenta al proceso creativo fueron parte de los temas que la arquitecta Cazú Zegers trató en la Clase Magistral de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía (Faug).

La actividad comenzó con un diálogo con académicos y estudiantes, con quienes compartió su método de trabajo o tesis del territorio, que denomina gesto-figura-forma, en la que está también integrada la palabra o la poesía, uno de los sellos de la escuela de la Universidad Católica del Valparaíso, donde se formó.

“Yo hago arquitectura desde la poesía, que antecede a la forma”, afirmó, señalando la importancia que tiene conexión previa con los territorios en que se emplazan los proyectos. “El terreno da muchas pistas, siempre hago los croquis en el lugar, porque de alguna manera este ejercicio de pasar de las tres dimensiones del espacio a una hoja, obliga a la abstracción”, comentó.

Es así, como de acuerdo a su tesis, las cosas importantes se revelan en el dibujo, que “trae” una palabra, que representa el espíritu del lugar y de la que, a su vez, nace la forma. “La palabra se vuelve como un pequeño gesto, que es como cuando se produce un embrión, que aparece como una mínima cosa, pero tiene el germen de la forma. A ese proceso yo le llamo el gesto, figura y forma, que son distintos grados de materialización”, dijo.

También contó a los estudiantes de sus temores al terminar la carrera,“cuando salí sentía que no tenía ninguna capacidad para ser arquitecto” un aspecto que, en su experiencia, se supera empezando con pequeñas cosas, buscando en lo “uno puede ser mejor” y creando un método propio, porque -en su opinión- no hay una receta única.

Tampoco, agregó, "existen soluciones pre hechas. Hay que hacer todo como si fuera la primera vez, como estar desnudo frente a las cosas, no repetir fórmulas que uno sabe que funcionan, porque es muy tentador usar cosas que funcionan (…)”.

En el caso del Hotel Tierra Patagonia en las Torres del Paine, una de sus obras más importantes y por la que ha recibido varios reconocimientos, la solución para el proyecto nació desde “la vastedad” de ese territorio, buscando que la construcción no “desmitificara, que no matara el lugar” y se integrara a la topografía, como un elemento más de ella.

Por otro lado, destacó que la arquitectura también es la “capacidad que uno tiene para armar su propia logística para que las cosas funcionen con lo que se tiene a mano, con baja tecnología y con los oficios locales, con el saber hacer de la localidad, uno aprende a trabajar con eso”.

“Lo importante es tener una idea porque es la que lo lleva a uno a encontrar soluciones nuevas y afinar las tecnologías para poder solucionar los problemas y no decir que no se puede hacer o copiar de otros. En Chile tenemos muchos recursos, todo está en la capacidad de encontrar las soluciones”, comentó.

Para Cazú, “la arquitectura y dar casa al hombre es una cosa espiritual, es dar forma a la vida, a la ciudad, porque lo que uno construye es el continente de las relaciones, no construye un continente para después instalar las relaciones" y para eso, dijo, hay que experimentar en distintos campos. “A mí personalmente me encanta la música, la cosa cultural; soy amante de la naturaleza y hago mucha actividad al aire libre, hago danza moderna, tengo una vocación social fuerte, profunda; tengo mucho entusiasmo por todo”, puntualizó.

En la oportunidad, el Decano de la Faug, Bernardo Suazo, manifestó la satisfacción de la unidad académica por contar con una conferencista de gran nivel, de quien destacó su amplia trayectoria, así como su construcción de la teoría del territorio y el desarrollo del vínculo arquitectura poesía.