Para aquellos que sueñan con conquistar el mercado mundial a través de la exportación de alimentos, la piedra de tope puede ser una simple conchita impertinente incrustada en la carne de, por ejemplo, un molusco. Las pesqueras deben enfrentar desafíos de cómo mantener inalteradas las propiedades de la carne en cuanto al color y al sabor, pero en el último tiempo, se ha sumado un nuevo aspecto que genera mayor valor agregado al producto, el retiro de la piel y de cuerpos extraños como espinas, conchas, entre otros.
Este último problema fue presentado por una pesquera al Centro de Óptica y Fotónica (CEFOP) de la Universidad de Concepción, específicamente, a su División de Opto-Electrónica, quienes tomaron el desafío y obtuvieron importantes resultados, generando tecnología más barata que la de Rayos X, desarrollando un prototipo que detecta estos cuerpos extraños.

“La industria de alimentos en Chile, tiene la necesidad de alcanzar estándares de control de calidad de los países más desarrollados, como Japón, Estados Unidos y Europa. Y esos estándares son cada vez más rigurosos”, explicó Sergio Torres, investigador responsable de la División de Opto-electrónica y director del proyecto.

En ese sentido, Torres reconoce que la empresa nacional no ha adoptado de manera masiva el uso de tecnologías, principalmente porque no están hechas para sus necesidades, lo que finalmente desemboca en la utilización de mucha participación humana, poca automatización de los procesos y falta de tecnología de precisión. Y es ahí donde el CEFOP, financiado a través del Programa de Financiamiento Basal de Conicyt, entra a jugar un rol trascendental.

“Juego de luces”

Con el problema planteado por la empresa, el equipo de investigadores postuló a fondos de Innova Bío Bío para desarrollar la tecnología. Con los fondos en mano, comenzó el trabajo. “Partimos por aplicar todas las tecnologías que nosotros tenemos. Vimos en el infrarrojo, en el infrarrojo cercano, con tecnología hiperespectral, obteniendo distintas imágenes del problema, con distintas fuentes de iluminación. Hicimos de todo, hasta llegar a soluciones óptimas”, aseguró Sergio Torres.
Para aquello, siguieron dos caminos, por un lado generar una solución rápida para la empresa, y un segundo, enfocado desde el punto de vista científico. “Hemos tenido la capacidad de construir el prototipo final. Comenzamos por el problema, el desarrollo tecnológico, la búsqueda de las mejores bandas, configurar el dispositivo en un software que funcionara en tiempo real, y llevarlo a un objeto real. El sistema hace un reconocimiento completo”, aseveró Pablo Coelho, investigador detrás del desarrollo científico de la tecnología.
En definitiva, este desarrollo analiza toda la anatomía de la comida del molusco, se caracteriza con todas las propiedades ópticas, muy bien documentadas, y puede terminar discriminando lo que contiene cada una de las piezas. “Frente a la iluminación que utilizamos, podemos identificar desde el estómago, la lengua, los músculos. Y lo interesante es que lo logramos sin Rayos X, que es carísimo y además ioniza, por lo que es peligroso. Nosotros estamos empleando tecnología inofensiva, que es una luz entre el término de la luz visible y el inicio del infrarrojo, y en esa zona se produce una separación óptica”, explicó Sergio Torres.

En la práctica el equipo de investigadores del CEFOP, terminó creando un prototipo que tiene un espacio sellado para el proceso de iluminación, donde pasa una cinta continua, en la cual ingresa el producto, luego se produce el análisis, la clasificación en tiempo real, y el producto sale, tomando el camino de bueno o malo.
Según Torres, “con esto se puede mejorar, en el caso de las pesqueras, en forma importante el control de calidad y precisión, reduciendo sustancialmente los errores, en comparación con el  manejo humano”.

Transferencia

Los proyectos Innova culminan con un prototipo, que en este caso termina siendo de la Universidad porque se desarrolló con fondos fiscales. Después sigue otra etapa que es la transferencia tecnológica y el desarrollo del producto industrial, para lo cual existen fondos de CORFO, pero también hay que buscar otros socios. “En este caso pretendemos encontrar socios que se interesen en construir esto, necesitamos otro actor”, señaló Sergio Torres.

El interés pasa, según explicó el investigador, porque de esta máquina se puede obtener mayor provecho. “Las empresas en Chile compran equipos que no están hechos para sus procesos, y modificarlos es muy caro. Ahora lo que necesitan son máquinas a su medida, y la que nosotros hemos creado calza perfecto en esa premisa”.

Unidad de Comunicaciones,
CEFOP