Ximena Gauché Marchetti
Doctora en Derecho
Directora del Programa Interdisciplinario sobre Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia de la Universidad de Concepción
Hace años se viene celebrando en Chile el día del niño cada primer domingo de agosto. La que parece casi ya una “tradición nacional”, está marcada por las campañas publicitarias de tiendas y productos que invitan a regalar lo mejor: juguetes, linda ropa, o hermosos paseos.
Sin embargo, pocos se acuerdan a propósito del día del niño de los derechos que la sociedad chilena tiene pendientes con ellos. Desde luego estamos en deuda en educación, en salud, en justicia y, por si fuera poco, tenemos una deuda mayor con los niños especialmente vulnerables: los más pobres, los indígenas y los que tienen diversidad sexual, para los cuales este “día del niño” pasa por el lado, sin juguetes, linda ropa o hermosos paseos.
La educación en Chile clama por una mejora desde los niveles inferiores y así lo vienen diciendo desde 2006 muchas voces. En salud, basta mirar los hospitales para ver que cuando se enferman, particularmente en invierno, si no hay dinero no hay rápida respuesta. En justicia, debemos seguir avanzando para cumplir con no someter a los niños y niñas abusados sexualmente a procedimientos engorrosos que reviven a veces una y otra vez lo que debe ser el peor momento que han pasado en sus cortas vidas, así como también les debemos ofrecer un sistema penal que realmente los ayude a reinsertarse cuando tienen problemas como infractores de ley.
Una mirada a las calles y paraderos muestra que aún hay niños que piden dinero, o que deben trabajar y no estudiar para tener algo que comer ellos o sus familias. La prensa destaca periódicamente que los niños indígenas están sufriendo las peores consecuencias de un conflicto histórico que parece que se estanca y agudiza. Los niños, niñas y adolescentes con diversidad sexual ven que cuando se habla de diversidad sexual y no discriminación parece que es un tema de adultos, como si ellos no pudieran tener una opción sexual o una identidad de género particular, con la cual tienen que enfrentar el día a día desde una posición de especial vulnerabilidad.
¿Qué le podemos dar entonces a esos niños de Chile con quienes tenemos tanto pendiente por cumplir? Ojalá no sólo anuncios de nuevas medidas, proyectos de leyes o de mejoras en tal o cual índice. Muchos claman por los deberes de los niños cuando vemos a alguno cometer algún ilícito y es cierto que hay que hablar de deberes ciudadanos desde la infancia pero ¿cómo exigir deberes si no hemos dado derechos?
El día del niño, en el mismo mes en que Chile celebrará que ratificó la Convención de Derechos del Niño hace 22 años, puede ser un buen momento para empezar a mirarlos con otros ojos, considerando seriamente como sociedad las deudas críticas con muchos de ellos.
Propongo entonces otro “regalo” para nuestros niños en su día: que su interés superior (y no el de los adultos, sean políticos o no) sea el que se tome en cuenta, que validemos su capacidad de opinar y eventualmente decidir en los asuntos de su interés, que los ayudemos a ejercer su autonomía progresiva, que no discriminemos a ninguno. que respetemos el derecho a mantener su cultura o a expresar su identidad sexual, que no sean abusados y que seamos capaces de satisfacer sus necesidades básicas con dignidad.
¿Alguien sabe dónde se compra ese “regalo”?