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Columna de opinión: proyecto Starshot

*Texto escrito por el Dr. Fernando Izaurieta, académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Concepción.

“La Tierra es un lugar maravilloso, pero no durará para siempre. Tarde o temprano debemos mirar las estrellas. […] El límite al que nos enfrentamos ahora es el gran vacío entre nosotros y ellas, pero ahora podemos superarlo con rayos de luz, velas de luz y las naves espaciales más livianas, jamás construidas, podemos lanzar una misión a Alfa Centauro dentro de una generación. Hoy nos comprometemos en este siguiente gran paso hacia el cosmos, porque somos humanos y nuestra naturaleza es volar”.

Con estas palabras, el físico teórico británico Stephen Hawking anunció el martes 12 de abril el inicio del proyecto Starshot (Disparo Estelar). Este proyecto está constituido por un equipo de destacados científicos financiados por el multimillonario ruso Yuri Milner, quien está aportando un fondo inicial de 100 millones de dólares.

Esta iniciativa constituye un desafío grandioso. Para dimensionarlo, debemos empezar por el hecho de que cada estrella que vemos en el cielo es otro Sol, tan lejano que parece sólo un pequeño punto de luz. Nuestro Sol es sólo una estrella más entre otras cientos de miles de millones dentro de la Vía Láctea.

Estos soles lejanos se encuentran separados por enormes abismos de espacio vacío. Las estrellas más cercanas a nosotros son las del sistema de Alfa Centauro, tres soles orbitando entre sí. “Cercanas” es un decir. “Menos lejanas” sería más descriptivo. Ellas se encuentran a más de 40 millones de millones de kilómetros de nosotros. Tan lejos, que los rayos de luz emitidos por estas estrellas tardan más de cuatro años en llegar hasta la Tierra.

No tenemos ningún medio para visitar esos soles lejanos y sus mundos. Nuestros cohetes y máquinas más rápidas tardarían miles de años en llegar hasta ellos. Hasta ahora.

Para llegar hasta Alfa Centauro, el proyecto es enviar veleros. A simple vista, parece extraño. En el espacio no hay aire ni brisas para propulsar un velero como en la Tierra. La idea no es usar veleros que usen brisas de aire, sino que veleros de luz. La luz está constituida por fotones, pequeñas partículas que no poseen masa, pero sí tienen energía y momentum. Eso significa que cuando abrimos la ventana en la mañana y recibimos la luz del Sol, ésta nos empuja hacia atrás. Lamentablemente, no percibimos este interesante efecto: la luz solar es demasiado débil, nuestra masa demasiado grande y nuestra superficie demasiado pequeña.

He ahí la parte ingeniosa del proyecto Starshot. No será una nave. Será un enjambre de muchas naves espaciales minúsculas, “nano-naves”. Las velas serán ultra-livianas y no mucho más grandes que un volantín corriente. Estarán hechas de un material similar al grafeno, con apenas unos pocos átomos de espesor. La nave misma será más pequeña que un smartphone, y llevará en ese pequeño espacio cámaras, sensores, medios de comunicación vía láser y una fuente de energía nuclear.

Este enjambre de veleros será puesto en órbita terrestre por un cohete convencional. Una vez allí se les dispararán poderosos rayos láser en forma coordinada durante dos minutos, probablemente desde el desierto de Atacama para minimizar la distorsión atmosférica. Estos poderosos rayos láser consumirán cientos de gigavatios de potencia. Esa es una potencia tan alta, que durante ese par de minutos la electricidad utilizada podría iluminar ¡cinco Chiles completos! Como resultado, en ese par de minutos el velero iluminado alcanzará un 20% de la velocidad de la luz. A esa velocidad ¡podríamos ir desde Arica a Punta Arenas en menos de una centésima de segundo!

Las posibilidades son increíbles. El año pasado una de nuestras naves más rápidas, la New Horizons, llegó hasta Plutón después de un viaje de 9 años. Una de los “nano-naves” propuestas llegaría en tres días.

Incluso así, el viaje hasta Alfa Centauro tomaría veinte años para estos veleros ultra-rápidos. Una vez allí, se espera que tomen fotografías y datos de las estrellas de Alfa Centauro y los planetas que las orbiten.

El desafío científico y tecnológico involucrado es enorme, comparable al de construir el LHC del Cern. Nunca antes se ha acelerado un objeto más grande que partículas subatómicas hasta velocidades cercanas a la de la luz.

Todo este esfuerzo se hará sin fines de lucro. Aún más, los integrantes del proyecto se han comprometido en forma unánime a mantener libre todo el conocimiento que se obtenga a través del mismo. El funcionamiento de cada parte de estas extraordinarias máquinas estará abierto al público.

Y es que como el mismo Hawking explica, la motivación radica en que “lo que nos hace humanos es trascender nuestros límites, ¿Y cómo trascendemos esos límites? Con nuestras mentes y nuestras máquinas.”