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Clase inaugural sobre ecología en la era post humanista

Los factores que han llevado a la especie humana a los niveles actuales de población y las consecuencias que esto tiene para el entorno fueron los puntos centrales de la conferencia Ecología, complejidad y cambio global en la era post humanista, que esta mañana impartió el investigador de la Pontificia Universidad Católica, Pablo Marquet, en la clase inaugural de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas.
Situando al hombre como un componente biológico más de la naturaleza (que es lo que postula el post humanismo), el exalumno de la UdeC  señaló que si bien la especie humana está sujeta a los mismos principios básicos que  los demás seres vivos del planeta, lo que lo distingue de éstos es la cultura, que definió como información que adquieren las personas en un aprendizaje social. Esto es -señaló- lo que ha favorecido el crecimiento de la población humana en rangos que no ocurren en otras especies y que implican una serie de consecuencias.
Citando diversos estudios sobre los problemas que vive el ambiente, como el cambio climático, entre otros factores forzantes, el Doctor Marquet afirmó que la Tierra está siendo empujada a un punto de inflexión. “Va a llegar un momento en que el sistema colapse, pase a otro estado o cambie un poco la mecánica”, señaló, agregando que esto podría pasar hacia 2045.  “Esto se calcula correlacionando los cambios y usos del paisaje por parte del hombre o qué porcentaje de la tierra está transformado por impacto del  hombre, en función del tamaño poblacional, y eso se puede proyectar”, explicó.
Así, indicó, en 1950, con algo más de dos mil 500 millones de personas, la intervención del paisaje para usos humanos llegaba al 20%, mientras que hoy se calcula en 45%. Para 2045 se prevé que esta cifra llegará al 60%.
Este porcentaje, advirtió, representa un rango crítico “sobre el cual las cosas dejan de estar conectadas. En este caso la parte natural se desconecta y la parte humana se conecta”. Y si se produce ese quiebre con lo natural, muchos ciclos, desde los más básicos a los más complejos, van a desaparecer y cambiar el estado del sistema global.   “Lo que se sabe es que ese estado distinto no necesariamente será una catástrofe ni un cataclismo, sólo un cambio de estado. Está claro que para recobrar la dinámica (del sistema) deberá haber mucho menos de 7 mil millones (de personas)”, indicó.
El hombre, dijo, “no ha hecho nada distinto a lo que hace cualquier organismo (transformar el ambiente); el problema es que tenemos que hacernos cargo de las externalidades negativas que esto trae.  Somos constitutivamente parte (del sistema) y generamos consecuencias que nos van a afectar”, dijo.
Agregó que no es un problema de biodiversidad, sino de lo que pasará con el hombre a futuro, “porque si estos siete mil millones de personas vivieran como un americano promedio, el colapso sería hoy.  De esos siete mil millones, seis mil millones viven como en el Medioevo y mil o dos mil en el tiempo moderno. Al final esto se logra a costa de la desigualdad y esa base viene incrementándose porque es un problema social. Entonces, nosotros somos el problema y no lo queremos afrontar”, puntualizó.