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Científicos UdeC constatan leve recuperación en humedal Tubul-Raqui tras 27F

Pese a los severos daños que persisten aún, a dos años del 27/F, en el humedal Tubul-Raqui, científicos de la UdeC que lo vienen investigando desde antes del sismo constataron una leve recuperación del mismo, lo que les hace tener cifradas esperanzas de que pueda regresar a su antigua configuración, aunque –por cierto- en un área mucho menor.
Según un estudio publicado en la Revista “Sociedad Hoy” (ISSN 0717-3512), por un equipo multidisciplinario de académicos (entre ellos biólogos, arquitectos y geógrafos), integrado por Claudio Valdovinos, María Dolores Muñoz, Natalia Sandoval, Daniela Vásquez y Viviana Olmos, en la Región del Bío Bío los principales humedales son los de Tubul-Raqui, Rocuant-Andalién, Lenga y Carampangue. Se trata de lugares riquísimos en cuanto a su biodiversidad, entre otras cosas debido a la gran cantidad de aves migratorias estacionales que albergan y a la gran cantidad de recursos (como algas y moluscos) que generan. No es casualidad, de hecho, que muchos de los asentamientos humanos que se crearon en torno a estos lugares tuvieran su origen en comunidades lafquenches de más de 4000 años de antigüedad, apuntan los investigadores.
El humedal más importante de la zona es el de Tubul-Raqui, que con 2.238 hectáreas y muy cercano a la zona sur de la ruptura entre las placas de Nazca y Sudamericana, se vio fuertemente impactado por el sismo, debido que el movimiento telúrico significó un alzamiento de aproximadamente 1.6 metros de su nivel, lo que implicó que la zona de pantanales ubicado a la orilla del mar quedaran desecados.
De acuerdo a diversas investigaciones, el humedal albergaba antes del sismo a 83 especies de aves, de las cuales las más abundantes eran el pato jergón grande, el rayador, el zarapito y el zarapito de pico recto, contando también con especies en peligro, como el cisne de cuello negro y el cisne coscoroba. También había aves calificadas como vulnerables, como la bandurria, y otras que entran en la categoría de “amenaza cercana”, como el pelícano, el pato anteojillo y el gaviotín elegante. Además, dos meses antes del sismo se avistaron ejemplares de flamenco, ave catalogada por el SAG como “rara”.
Asimismo, a nivel de invertebrados, antes del terremoto había grandes cantidades de poliquetos (anélidos; es decir, gusanos de agua marina), así como del molusco navajuela, que era explotado con fines comerciales. Del mismo modo, existían grandes cantidades de la jaiba estuarina (el cangrejo Hemigrapsus crenulatus) que prácticamente desapareció, al igual que los poliquetos, producto de la desecación del fondo marino que se produjo como consecuencia del alzamiento de los terrenos, siendo su pérdida extremadamente grave para la cadena alimenticia del lugar. En el caso de la navajuela y la almeja (Kingiella chilenica) estas desaparecieron por completo.
Otro recurso que se perdió totalmente, afectando en forma dramática a la comunidad, es el pelillo, alga que antes del movimiento telúrico alcanzaba sólo en esa zona las 2 mil toneladas anuales de producción, la mayoría exportada a Japón.
El registro de los cambios 
Según los científicos UdeC, que realizaron dicho estudio gracias al financiamiento otorgado por la Gerencia de Medio Ambiente, Seguridad y Salud Ocupacional de la empresa Arauco, los cambios ambientales “todavía se están manifestando”. En las 10 horas siguientes al sismo, se estima que el tsunami alcanzó en esa zona una altura máxima de 12 metros, que depositó grandes cantidades de arena sobre el “espartal” (la llanura adyacente al estuario), calculándose además que el maremoto ingresó unos tres kilómetros tierra adentro, por el río Tubul, destruyendo por completo el pelillo y las poblaciones de jaivas.
Cuarenta días después del desastre, los investigadores constataron que había muerto la totalidad de los moluscos bivalvos, especialmente la navajuela, cuyas conchas aún se podían apreciar vacías y en posición de vida, lo que también ocurrió con otros moluscos, como los Elminius kingii, una especie de picoroco estuarino, y con las almejas.
A los seis meses se apreció un leve incremento del nivel de agua, pero básicamente de origen pluvial, por lo cual el estuario comenzó a perder su salobridad, vital en el delicado equilibrio que mantenía, pese a lo cual comenzaron a reaparecer algunos anfípodos (pequeños crustáceos) y también los poliquetos, imprescindibles para el sustento de las aves y peces, notándose también la presencia de camarones de vega, especies que son eminentemente dulceacuícolas.
A 10 meses, se verificó que el agua había subido 0.3 metros y que había un mayor intercambio de aguas entre el río Tubul y el mar, así como una leve recuperación de las jaibas y una colonización de los fondos desecados por parte de vegetación terrestre.
Finalmente, las muestras tomadas a los 18 meses del sismo demostraron que se mantiene la desecación general del humedal, sin que las especies más afectadas (entre ellas el pelillo y la navajuela) hayan regresado, aunque sí lo hicieron otras como la araña lycosydae (tarántulas) y los zancudos.
Claudio Valdovinos expresa que junto con las medidas ya adoptadas anteriormente en torno a este importante ecosistema (en el cual está prohibido todo tipo de caza desde 2006 y que posee un área de 350 hectáreas, en la Isla Raqui, destinada a conservación), lo fundamental actualmente es lograr que tenga éxito la postulación de 562 hectáreas del humedal como Sitio Ramsar. La Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional (firmada en 1971 en la ciudad iranía de Ramsar, de ahí el nombre) es un tratado global único en su especie, que tiene por objetivo la conservación y el uso racional de los humedales, mediante una serie de acciones que giran en torno al uso racional de los mismos.
-El ecosistema, en general, se ha ido recuperando levemente, y en ello lo más relevante es la recuperación que ha mostrado la avifauna- expresa el Dr. Claudio Valdovinos, quien argumenta que si bien es imposible que se restablezca a cómo estaba antes del terremoto, sí hay esperanzas de que pronto se produzca la recolonización del sitio por parte de las especies que se perdieron y que por ello es urgente la declaración Ramsar, pues "esta exige realizar un uso conservativo del área. En definitiva, no se transforma en un área de protección en que no se puede tocar, sino en un lugar donde se debe hacer un uso racional de lo que hay".
Cabe mencionar que actualmente Chile posee 12 Sitios Ramsar, la mayoría de ellos ubicados en el norte (salares) y en las regiones de Valparaíso, Los Ríos y Magallanes. Antes del terremoto, la Seremi de Medio Ambiente de Bío Bío estaba postulando ya al humedal como Sitio Ramsar, pero luego del sismo, dicha repartición creó una mesa técnica integrada por una serie de organizaciones sociales y empresas (como Arauco), además de la UdeC, que se abocó a redefinir los pasos relativos a esa postulación.
Actualmente, el documento final está siendo afinado en la Seremi de Medio Ambiente, desde donde lo deben remitir al Ministerio respectivo, que a su vez se lo debe traspasar a la Cancillería, a fin de que esta efectúe las tramitaciones pertinentes.