Una oportunidad de conocer de manera práctica lo que estudian en las aulas tuvieron los alumnos del curso Encuestas y muestreos, de la carrera de Ingeniería en Estadística de la UdeC, con el Censo efectuado el miércoles 19 de abril.

Los doce alumnos del curso -dentro de los que se cuenta una estudiante de Ingeniería en Conservación en Recursos Naturales- se inscribieron como voluntarios en distintas localidades de la intercomuna, a instancias de la profesora de la asignatura, Dra. Katia Sáez.

“Este es un curso integrado y dentro de las competencias que buscamos está que los alumnos trabajen con datos reales, que hagan encuestas. Y no podíamos perder una oportunidad única (el Censo), entonces la idea era que se motivaran y participaran”, comentó la académica, quien reconoció que, en un principio, no hubo mucho entusiasmo.

“Yo les decía que era una buena oportunidad, pensando en que hay muchos de nuestros egresados trabajan en el Instituto Nacional de Estadística (INE) y esto sirve para el currículum”, dijo.

Cerrando la actividad, los alumnos se reunieron con la académica, en un desayuno en el que compartieron las vivencias de la jornada.

Para Carolina Espinoza, quien se inscribió en Curanilahue (su ciudad de origen), la experiencia tuvo una dificultad inicial, ya que el día anterior tuvo que rendir un certamen que terminó a las 9 de la noche, una hora en la que ya no existe movilización hacia la comuna. “Y como (el día del Censo) iba a ser feriado, no sabía cómo iba a estar la locomoción; mi mamá tuvo que contratar un taxi para que me viniera a buscar”, señaló. El viaje le costó 15 mil pesos, el mismo valor del bono entregado a los censistas.

Más llevadera fue la jornada para Ewaldo Gotschlich, quien se mostró sorprendido por el recibimiento que tuvo. Contó, por ejemplo, que en una de las casas encuestadas “estaban una señora y su hijo, muy emocionada porque iban a ser censadas (…) al final, me pidió que me tomara una foto con su hijo, como recuerdo”.

También destacó el cariño de los encuestados el estudiante Sergio Altamirano, quien tuvo que almorzar tres veces ese día.

Además de las invitaciones a tomar desayuno, Benjamín Escobar anotó en su jornada un trabajo más que el de encuestador. “Mi supervisor era una estudiante que, al parecer, no tuvo una buena capacitación. Entonces tuve que ayudarla a supervisar, revisar los errores de la encuesta, porque todo estaba demorando mucho”, relató.

Otros no pudieron encuestar, como fue el caso de Cintia Neira, quien llegó temprano a su lugar de citación para recibir instrucciones, pero había exceso de censistas, lo mismo que en el establecimiento al que la derivaron en segunda instancia. “Me hubiera gustado participar y está mal que esto haya pasado, porque había mucha personas que estaban obligadas y no querían hacerlo. Creo que faltó comunicación para que nos hubieran reubicado en lugares donde faltaban centristas”, afirmó.

La Dra. Katia Sáez tampoco cumplió con su objetivo de ser censista, porque también había muchos encuestadores en su sector. “Me habían ofrecido ser supervisora, pero yo quería ser censista, porque es una experiencia necesaria para saber dónde la gente comete los errores”, señaló.